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1 Reyes 18:37 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

37 Señor, respóndeme. Respóndeme para que esta gente sepa que tú eres Dios, y que quieres que ellos se vuelvan a ti».

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Biblia Reina Valera 1960

37 Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 ¡Oh Señor, respóndeme! Respóndeme para que este pueblo sepa que tú, oh Señor, eres Dios y que tú los has hecho volver a ti».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 ¡Respóndeme, Yavé, respóndeme! ¡Que sepa este pueblo que tú eres Dios, tú Yavé, y que tú eres el que convierte su corazón!'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 ¡Respóndeme, oh YHVH, respóndeme! Y este pueblo sabrá que Tú, oh YHVH, eres Ha-’Elohim, y que Tú haces volver sus corazones.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Respóndeme, Yahveh, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, Yahveh, eres Dios, y que tú convertirás su corazón!'.

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1 Reyes 18:37
22 Tagairtí Cros  

Entonces el varón le dijo: ―Déjame ir, porque ya amanece. Pero Jacob le contestó: ―No te soltaré si no me bendices.


―Ese ya no será tu nombre —le dijo el varón—. A partir de hoy te llamarás Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has ganado.


Que seas eternamente honrado por haber establecido a Israel como tu pueblo, y haber afirmado mi dinastía delante de ti.


Entonces ustedes oren a su dios, y yo oraré al Señor. El que responda enviando fuego para encender la leña, ese es el verdadero Dios. Todo el pueblo estuvo de acuerdo en someterse a esta prueba.


Gritaron toda la tarde hasta la hora del sacrificio, pero no hubo respuesta; no sucedió nada, nadie les prestó atención.


Cuando llegó la hora del acostumbrado sacrificio de la tarde, Elías se dirigió hasta el altar y oró: «Señor, Dios de Abraham, Isaac e Israel, demuestra que tú eres el Dios de Israel, y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya.


Entonces, repentinamente, descendió fuego del cielo y quemó el becerro, la leña, las piedras, el polvo, e hizo que se evaporara el agua que había en la zanja.


Entonces un profeta se presentó ante el rey de Israel con este mensaje de parte del Señor: «Por cuanto los sirios han dicho: “El Señor es un Dios de las montañas y no de las llanuras”, yo te entregaré a todo este pueblo, y ustedes sabrán, sin duda alguna, de que yo soy el Señor».


Señor, Dios nuestro, te rogamos que nos salves del poder del rey de Asiria. Así todos los reinos de la tierra sabrán que solamente tú eres Dios».


Asá clamó al Señor su Dios, y le dijo: «Señor, ¡nadie más puede ayudarnos, sino tú! Estamos aquí impotentes delante de esta multitud tan poderosa. ¡Señor Dios nuestro, ayúdanos! Porque confiamos en que tú puedes rescatarnos, y en tu nombre atacaremos a esta muchedumbre. ¡No dejes, Señor, que ningún ser humano se levante contra ti!».


Hazlo en público, para que todos vean que tú lo has hecho.


Les digo que se levantará a darle el pan, no por que sea su amigo, sino por su impertinencia, y le dará todo lo que necesite.


Hoy el Señor te vencerá y yo te mataré y te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y el de tus compañeros a las aves de rapiña y a los animales salvajes. Así todo el mundo sabrá que hay Dios en Israel,


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