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1 Reyes 13:28 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

28 El anciano profeta salió, y encontró el cuerpo del profeta tirado en el camino, y el burro y el león estaban aún parados junto a él, porque el león no se había comido el cuerpo ni atacado al burro.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

28 Y él fue, y halló el cuerpo tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cuerpo; el león no había comido el cuerpo, ni dañado al asno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

28 y él salió y encontró el cuerpo tirado en el camino. El burro y el león todavía estaban parados junto al cadáver, pues el león no se había comido el cuerpo ni había atacado al burro.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

28 Salió y halló el cadáver atravesado en el camino, junto con el burro y el león que estaban todavía allí, a un lado cada uno. El león no había devorado el cuerpo, ni tampoco había atacado al burro.

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La Biblia Textual 3a Edicion

28 y él fue y halló el cadáver tendido en el camino, y el asno y el león estaban parados junto al cadáver: el león no había devorado el cadáver ni había desgarrado al asno.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

28 Partió y halló el cadáver tendido en el camino; junto al cadáver seguían inmóviles el asno y el león. El león no había devorado el cadáver ni despedazado al asno.

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1 Reyes 13:28
14 Tagairtí Cros  

Entonces dijo a sus hijos: ―Ensillen mi burro. Y ellos lo hicieron.


Entonces el profeta puso el cuerpo en el burro, lo llevó de regreso a la ciudad para hacer duelo por él y para sepultarlo.


Beberás agua del arroyo y comerás lo que los cuervos te lleven, porque yo les he ordenado que te den de comer».


Los cuervos le traían pan y comida cada mañana y cada tarde, y bebía del arroyo.


diciendo: “¡Hasta aquí llegarán, y no más allá; y aquí se detendrá el orgullo de sus olas!”.


Y por estar el horno demasiado caliente, por la orden que había dado el rey en su gran cólera, ¡las llamaradas mataron a los soldados al acercarse al horno para arrojar a los tres jóvenes!


Entonces salió fuego de la presencia del Señor que los quemó y mató.


Se acercaron, pues, los agarraron por sus túnicas y los sacaron fuera del campamento, como Moisés les había ordenado.


De pronto, un gran terremoto sacudió los cimientos de la cárcel y las puertas se abrieron y las cadenas de todos los presos se soltaron.


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