1 Reyes 10:5 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 20085 Y cuando vio los deliciosos manjares sobre su mesa, el gran número de servidores y criados que estaban vestidos con uniformes espléndidos, los coperos, y los muchos sacrificios que ofrecía al Señor, quedó completamente maravillada. Féach an chaibidilTuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 19605 asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada. Féach an chaibidilBiblia Nueva Traducción Viviente5 quedó atónita. También estaba asombrada por la comida que se servía en las mesas del rey, por la forma en que estaban organizados sus funcionarios y la ropa espléndida que usaban, por los coperos y por las ofrendas quemadas que ofrecía Salomón en el templo del Señor. Féach an chaibidilBiblia Católica (Latinoamericana)5 lo que se servía en su mesa, los departamentos de sus servidores, los trajes de sus ministros, los uniformes de sus mozos, los holocaustos que ofrecía en la Casa de Yavé; se le cortó la respiración. Féach an chaibidilLa Biblia Textual 3a Edicion5 y los manjares de su mesa, y los asientos de sus servidores, y la presentación y las vestiduras de sus siervos y coperos, y los holocaustos que él hacía elevar en la Casa de YHVH, se quedó sin aliento,° Féach an chaibidilBiblia Serafín de Ausejo 19755 los manjares de su mesa, las habitaciones de sus cortesanos, el porte y las vestiduras de la servidumbre, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en el templo de Yahveh, se quedó sin aliento Féach an chaibidil |
Allí estaba el rey junto a la columna de la entrada, y los oficiales del ejército, los trompetistas, y el pueblo en pleno lo rodeaban. Regocijados, hacían sonar las trompetas, mientras el coro, acompañado por la orquesta, dirigía al pueblo en un gran salmo de alabanza. Atalía rasgó sus vestidos y gritó: «¡Traición, traición!».
El príncipe entrará por el pasillo de entrada de la puerta exterior y avanzará hasta el muro interior del otro lado mientras el sacerdote presenta sus ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Rendirá homenaje dentro de ese pasillo de entrada y luego volverá a la puerta, que no será cerrada hasta la tarde.
Cuando las naciones que estaban al oeste del río Jordán (los cananeos y los amorreos que vivían a lo largo de la costa del Mediterráneo) oyeron que el Señor había secado el río Jordán para que el pueblo de Israel pudiera cruzarlo, se les disipó completamente el valor y quedaron paralizados de temor.