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1 Pedro 5:1 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

1 Les ruego a los ancianos, yo, que también soy anciano como ellos y testigo de los sufrimientos de Cristo, y que tendré junto con ellos parte en la gloria de Cristo,

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Biblia Reina Valera 1960

1 Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Y ahora, una palabra para ustedes los ancianos en las iglesias. También soy un anciano y testigo de los sufrimientos de Cristo. Y yo también voy a participar de su gloria cuando él sea revelado a todo el mundo. Como anciano igual que ustedes, les ruego:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Ahora me dirijo a sus Ancianos, dado que yo también soy anciano, y testigo de los sufrimientos de Cristo, y espero ser partícipe de la gloria que ha de manifestarse.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Exhorto pues a los ancianos entre vosotros (yo anciano también con ellos y testigo de los padecimientos del Mesías, que también soy participante de la gloria que va a ser revelada):

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Así, pues, a los presbíteros que están entre vosotros los exhorto yo, presbítero como ellos, con ellos testigo de los padecimientos de Cristo y con ellos participante de la gloria que se ha de revelar:

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1 Pedro 5:1
38 Tagairtí Cros  

Ustedes son testigos de estas cosas.


Es necesario que seleccionemos a alguien que haya estado con nosotros desde que Juan bautizó al Señor hasta que este ascendió al cielo. Así, junto con nosotros, será testigo de su resurrección».


Sin embargo, cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes recibirán poder para ser mis testigos no sólo en Jerusalén, sino también en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra.


Y luego encomendaron a Bernabé y a Saulo la tarea de llevar las ofrendas a los ancianos.


Además, nombraron ancianos en cada iglesia, a los cuales, después de orar y ayunar con ellos, encomendaron al cuidado del Señor en quien habían creído.


Al llegar a Jerusalén, fueron muy bien recibidos por la iglesia, los apóstoles y los ancianos. Pablo y Bernabé los pusieron al tanto de lo que Dios había hecho por medio de ellos.


En vista de esto, los apóstoles y los ancianos convocaron una reunión para tratar el asunto.


»Dios ha resucitado a Jesús y nosotros mismos somos testigos de ello.


Pero desde Mileto mandó llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso.


Por lo tanto, ¡cuídense y cuiden el rebaño! ¡Deben pastorear la iglesia que él compró con su sangre! ¡El Espíritu Santo les ha dado a ustedes la responsabilidad de cuidarla!


Al segundo día, Pablo nos llevó consigo a visitar a Jacobo y a los ancianos que estaban reunidos con él.


y mataron al autor de la vida. Pero Dios le devolvió la vida; de ello nosotros somos testigos.


Sabemos que cuando esta tienda de campaña en que vivimos se desmantele, recibiremos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.


Así que tenemos confianza. ¡Preferimos morir e irnos a morar junto con el Señor!


porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda del Espíritu de Jesucristo, saldré libre.


No reprendas al anciano con dureza, sino exhórtalo con respeto, como a un padre; a los más jóvenes trátalos como a hermanos;


No hagas caso a ninguna acusación contra un anciano si no está respaldada por dos o tres testigos.


Por lo demás, me espera la corona de justicia que el Señor, juez justo, me dará en aquel gran día. Y no sólo a mí, sino a todos los que con amor esperan su venida.


Te dejé en la isla de Creta para que pusieras en orden lo que quedó pendiente y te pedí que nombraras líderes en las iglesias de cada pueblo, de acuerdo con las instrucciones que te di.


prefiero rogártelo en nombre del amor. Yo, Pablo, anciano ya y preso por la causa de Cristo,


Por eso, también nosotros, que estamos rodeados de tantos testigos, dejemos a un lado lo que nos estorba, en especial el pecado que nos molesta, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.


A ellos se les hizo saber que no se estaban sirviendo a ellos mismos, sino a ustedes. Los profetas hablaban de las cosas que ahora les han anunciado a ustedes los que les predicaron el evangelio con el poder del Espíritu Santo que fue enviado desde el cielo. Los mismos ángeles quisieran contemplar estas cosas.


La fe de ustedes es como el oro que tiene que probarse por medio del fuego. Así también su fe, que vale mucho más que el oro, tiene que probarse por medio de los problemas y, si es aprobada, recibirá gloria y honor cuando Jesucristo aparezca.


Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también se alegren muchísimo cuando se muestre la gloria de Cristo.


Así, cuando aparezca el Pastor principal, ustedes recibirán la corona de gloria que durará para siempre.


Sí, amados míos, ahora somos hijos de Dios, y no podemos ni siquiera imaginarnos lo que vamos a ser después. Pero de algo estamos ciertos: que cuando él venga seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como es.


El anciano, a la comunidad que Dios ha elegido y a sus miembros: Los amo de veras, no sólo yo sino todos los que conocen la verdad.


El anciano, al amado Gayo, a quien ama de veras.


Yo, Juan, hermano de ustedes y compañero en el sufrimiento, en el reino y en la fortaleza que nos da Jesucristo, un día del Señor estaba en la isla de Patmos, a donde me habían desterrado por predicar la palabra de Dios y contar lo que sé de Jesucristo. Entonces quedé bajo el poder del Espíritu y escuché detrás de mí una voz que, estridente como toque de trompeta,


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