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1 Juan 1:7 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

7 Pero si, al igual que Cristo, vivimos en la luz, entre nosotros habrá compañerismo, y la sangre de Jesucristo el Hijo de Dios nos limpiará de todo pecado.

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Biblia Reina Valera 1960

7 pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Si vivimos en la luz, así como Dios está en la luz, entonces tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, su Hijo, nos limpia de todo pecado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 En cambio, si caminamos en la luz, lo mismo que él está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de Jesús, el Hijo de Dios, nos purifica de todo pecado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Pero si andamos en la luz, como Él está en la luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesús° su Hijo nos limpia de todo pecado.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Pero si caminamos en la luz, como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros; y la sangre de Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

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1 Juan 1:7
34 Tagairtí Cros  

Te cubres de luz como con un manto; extiendes los cielos como un velo.


Lávame de toda mi culpa y límpiame de mi pecado.


Porque tú me salvaste de la muerte, y mis pies de resbalar, de modo que puedo marchar ante el Señor en la luz de la vida.


Dichosos aquellos que escuchan el alegre llamado a la adoración; porque ellos caminarán en la luz de tu presencia, Señor.


La luz resplandece sobre los justos y la alegría sobre los que hacen lo recto.


¡Vamos, oh Israel, caminemos en la luz del Señor y obedezcamos sus leyes!


El pueblo de Israel ya no dirá: «Estamos enfermos y desesperados», porque el Señor les perdonará sus pecados y los bendecirá.


Con ella me tocó los labios y dijo: ―Con esto se te declara “inocente”, porque esta brasa tocó tus labios. Todos tus pecados quedan perdonados.


¿Acaso pueden dos personas andar juntas si no están de acuerdo?


»En aquel día será como abrir un gran manantial en donde la descendencia real de David y todos los habitantes de Jerusalén puedan purificarse de todas las maldades que han cometido.


y perdona nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los que nos han hecho mal.


Al día siguiente Juan vio que Jesús se acercaba a él, y exclamó: «¡Aquí viene el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!


Jesús les dijo: ―Ustedes van a tener la luz un poco más de tiempo. Caminen mientras tienen la luz, antes que los sorprenda la oscuridad; porque el que camina en la oscuridad no sabe a dónde va.


De cuando en cuando un ángel del Señor bajaba al estanque y movía el agua. El primero que se metía al agua después de que había sido removida, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.


La noche ya está terminando y el nuevo día despuntará pronto. Por eso, dejemos de actuar en las tinieblas y vistámonos la armadura de la luz.


Varios de ustedes merecían antes estos calificativos, pero ya el Señor les lavó sus pecados, los santificó y los justificó en el nombre del Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.


Gracias a que él derramó su sangre, tenemos el perdón de nuestros pecados. Así de abundante es su gracia.


Aunque ustedes antes vivían en tinieblas, ahora viven en la luz. Esa luz debe notarse en su conducta como hijos de Dios.


al único inmortal, el que habita en luz tan deslumbrante que ningún humano puede acercársele, y a quien nadie ha visto ni verá jamás. A él sea la honra y el poder para siempre. Amén.


Él se entregó a la muerte por nosotros para poder rescatarnos de todas nuestras iniquidades y convertirnos en un pueblo que fuera suyo, dedicado a hacer el bien.


Y si esto es así, ¡la sangre de Cristo es todavía mejor! Pues por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció a sí mismo a Dios como sacrificio sin mancha para purificar nuestra conciencia de las obras que conducen a la muerte, para que sirvamos al Dios viviente.


De lo alto nos viene todo lo bueno y perfecto. Allí es donde está el Padre que creó todos los astros del cielo, y que no cambia como las sombras.


sino con la preciosa sangre de Cristo, que fue como un cordero sin mancha y sin defecto.


La predicamos a ustedes para que junto con nosotros participen también de la comunión que disfrutamos con el Padre y con Jesucristo, su Hijo.


Este es el mensaje que Dios nos ha dado para ustedes: Dios es luz y en él no hay tinieblas.


Nosotros sabemos que Jesús es el Hijo de Dios porque Dios lo proclamó con gran voz desde el cielo en el momento en que lo bautizaban y también cuando moría. ¡No sólo en su bautismo sino también a la hora de su muerte! Y el Espíritu Santo, siempre veraz, lo afirma también.


Así que tenemos tres testimonios: la voz del Espíritu Santo en nuestros corazones, la voz que habló desde el cielo cuando bautizaban a Jesús, y la voz que habló poco antes de su muerte. Y todos afirman lo mismo: que Jesucristo es el Hijo de Dios.


Me siento feliz de haber encontrado que algunos de ustedes viven de acuerdo con la verdad tal como el Padre nos mandó.


Para mí no hay mayor alegría que la de oír que mis hijos viven de acuerdo con la verdad.


y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, que fue el primero en levantarse de entre los muertos y que tiene autoridad sobre todos los reyes de la tierra. Al que nos ama y derramó su sangre para libertarnos de nuestros pecados,


Ellos lo vencieron con la sangre del Cordero y por el mensaje del que dieron testimonio, pues teniendo en poco sus vidas, no evitaron la muerte.


―No, Señor —respondí—. Dímelo. ―Estos son los que pasaron por la gran tribulación —me dijo—. Su ropa está blanca porque la lavaron y blanquearon con la sangre del Cordero.


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