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1 Crónicas 19:6 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

6 Cuando el rey Janún y los amonitas se dieron cuenta de su error, enviaron treinta y tres mil kilos de plata para reclutar tropas de mercenarios, carros de combate y caballería de Mesopotamia, de Macá y de Sobá.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Y viendo los hijos de Amón que se habían hecho odiosos a David, Hanún y los hijos de Amón enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Cuando el pueblo de Amón se dio cuenta de qué tan seriamente había provocado el enojo de David, Hanún y los amonitas enviaron treinta y cuatro toneladas de plata para contratar carros de guerra y sus conductores de Aram-naharaim, de Aram-maaca y de Soba.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Cuando los hijos de Ammón vieron que se habían hecho odiosos a David, Janún y los amonitas enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros de guerra y hombres para manejarlos, de Aram de Mesopotamia, Aram de Maacá y de Sobá.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Y viendo los amonitas que se habían hecho aborrecibles a David, Hanún y los amonitas enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros de guerra y gente de a caballo de Mesopotamia, de Siria, de Maaca y de Soba.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 Cuando vieron los amonitas que se habían hecho odiosos a David, Janún y los amonitas enviaron mil talentos de plata para tomar a sueldo carros y jinetes de Aram Naharáin, de Aram de Maacá y de Sobá.

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1 Crónicas 19:6
21 Tagairtí Cros  

Entonces Jacob les dijo a Leví y a Simeón: ―Ustedes me han hecho un mal muy grande. A partir de hoy, los cananeos y los ferezeos que viven en esta región me van a odiar. Si ellos se unen y nos atacan, nos matarán a todos, pues cuento con muy pocos hombres para defenderme.


El pueblo de los amonitas no tardó en comprender cuán seriamente habían ofendido a David; por lo que contrataron a veinte mil mercenarios sirios de las tierras de Bet Rejob y de Sobá, mil de Macá, y doce mil de la tierra de Tob.


También destruyó las fuerzas del rey Hadad Ezer, hijo del rey Rejob de Sobá, cuando este se dirigía al río Éufrates con la intención de recuperar sus dominios sobre aquel territorio.


Cuando los sirios llegaron procedentes de Damasco, para ayudar al rey Hadad Ezer, David mató a veintidós mil de ellos.


Tan pronto como Tou, rey de Jamat, supo que el rey David había destruido las fuerzas de Hadad Ezer,


Cuando David recibió la información de lo que había ocurrido, envió un mensaje a sus desconcertados emisarios, diciéndoles que permanecieran en Jericó hasta que sus barbas volvieran a crecer.


―¡Por supuesto! —contestó el rey Josafat—. Estoy contigo en todo. ¡Estaremos contigo en la batalla! Sin embargo, será bueno que primero lo pongamos a la consideración del Señor. El rey Acab mandó a buscar a cuatrocientos de sus profetas paganos, y cuando estos llegaron, les preguntó: ―¿Iremos a la guerra contra Ramot de Galaad, o no? Y ellos aconsejaron: ―¡Vayan a la guerra, porque Dios les dará una gran victoria!


Los dos reyes tenían puestas sus vestiduras reales y estaban sentados en sus tronos, en un lugar alto, a la entrada de Samaria. Todos los profetas estaban delante de ellos dando sus profecías.


Les declaró la guerra a los amonitas, y los derrotó. Durante los tres años siguientes recibió de ellos un tributo anual de tres mil trescientos kilos de plata, diez mil cargas de trigo y diez mil cargas de cebada.


Pero no; todos se han descarriado; todos están corrompidos por el pecado. No hay ninguno bueno, ¡ni siquiera uno!


las guerras por todo el mundo; rompe y quema todas las armas!


y les dijeron: «Que Dios los juzgue por habernos hecho odiosos al faraón y a su pueblo. Ustedes le han dado una excusa para que nos mate».


»El que los escucha a ustedes, me escucha a mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí. Y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió».


Por eso, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre sino a Dios, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.


Anunció que había destruido una guarnición de los filisteos y se corrió la noticia que los israelitas se habían hecho detestables delante de los filisteos. Todo el ejército israelita se movilizó y se reunió en Gilgal.


Y como estaba firmemente establecido como rey de Israel, peleó contra todos los pueblos de su entorno: contra Moab, Amón, Edom, los reyes de Sobá y los filisteos. Adondequiera que iba, triunfaba.


Aquis creía lo que David le decía, y pensaba que el pueblo de Israel debía odiarlo bastante ya. «Ahora tendrá que quedarse aquí y servirme para siempre», pensaba el rey.


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