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1 Crónicas 17:16 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

16 Entonces David entró y se sentó delante del Señor y dijo: «¿Quién soy yo, Señor y Dios, y qué es mi familia para que me hayas dado todo esto?

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Biblia Reina Valera 1960

16 Y entró el rey David y estuvo delante de Jehová, y dijo: Jehová Dios, ¿quién soy yo, y cuál es mi casa, para que me hayas traído hasta este lugar?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró: «¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Vino entonces el rey David a sentarse delante de Yavé, y dijo: '¿Quién soy yo, oh Yavé Dios, y qué es mi casa para que hayas hecho por mí tales cosas?,

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Entonces fue el rey David, y se sentó delante de YHVH, y dijo: ¡Oh YHVH ’Elohim! ¿Quién soy yo y qué es mi casa, para que me lleves tan lejos?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Entró luego el rey David, se puso ante Yahveh y exclamó: '¿Quién soy yo, Yahveh Dios, y qué es mi casa, para que me hayas hecho llegar hasta aquí?

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1 Crónicas 17:16
15 Tagairtí Cros  

Mira, no soy digno de recibir la más pequeña de las misericordias que me has mostrado una y otra vez, conforme a tu promesa. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, la única posesión que tenía era mi bastón; pero ahora necesito dos campamentos para guardar todo lo que tengo.


Entonces David entró a la carpa donde estaba el cofre y se sentó delante del Señor, y le dijo: «Mi Señor y Dios, ¿por qué me has engrandecido, si yo y mi familia somos tan insignificantes?


Ezequías tomó la carta que le entregaron los mensajeros de Senaquerib, la leyó y entró en el templo del Señor y la extendió delante del Señor.


De esta manera Natán le comunicó al rey David todo lo que el Señor le había dicho.


¡Todas las grandes cosas que ya has hecho a mi favor son nada en comparación con lo que has prometido hacer en el futuro! ¡Porque ahora, Señor y Dios, estás hablando de futuras generaciones, en que mis descendientes serán reyes también! Tú hablas como si yo fuera un hombre muy importante.


Pero, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo para que se nos permita darte cosas? ¡Todo lo que tenemos ha venido de ti, y sólo te damos lo que ya es tuyo!


Salomón contestó: ―¡Señor, tú fuiste bondadoso y bueno con mi padre David, y ahora me has dado el reino!


Señor, ¿qué es el mortal para que lo tomes en cuenta? ¿Qué es el ser humano para que lo cuides?


Pero Dios hasta hoy me sigue ayudando, y así me mantengo firme, hablando de Dios a grandes y pequeños. Sólo les digo lo que los profetas y Moisés dijeron que sucedería:


Él nos libró de la muerte y de la misma manera nos volverá a librar cuando sea necesario. En él hemos puesto nuestra esperanza.


Aunque soy el más pequeño de todos los que son parte del pueblo santo, Dios me concedió, por su amor, la misión de anunciar a las naciones el tesoro incalculable de Cristo.


―Señor —repuso Gedeón—, ¿cómo puedo yo salvar a Israel? Mi familia es la más pobre de la tribu de Manasés y yo soy el menor de ella.


Samuel entonces tomó una piedra y la puso entre Mizpa y Sen y la llamó Ebenezer (Piedra de Ayuda) porque dijo: «Hasta aquí nos ha ayudado el Señor».


―Perdóneme, señor —respondió Saúl—. Yo soy de la tribu de Benjamín, la menor de las tribus de Israel, y mi familia es la menos importante de todas las familias de mi tribu. Debe de haberse equivocado de hombre.


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