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1 Corintios 2:3 - Biblica® Open Nueva Biblia Viva 2008

3 Me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Me acerqué a ustedes en debilidad: con timidez y temblor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Yo mismo me sentí débil ante ustedes, tímido y tembloroso.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y llegué a vosotros con debilidad, y con temor y con mucho temblor;°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Y me presenté ante vosotros débil y con mucho temor y temblor.

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1 Corintios 2:3
22 Tagairtí Cros  

En aquel día los egipcios serán tan débiles como mujeres, temblando de miedo ante el puño alzado de Dios.


Viajaron luego a través de las ciudades de Anfípolis y Apolonia, y llegaron a Tesalónica, donde había una sinagoga judía.


Pablo salió de Atenas y se fue a Corinto.


Cuando Galión tomó posesión como gobernador de Acaya, los judíos conspiraron contra Pablo y lo llevaron a juicio ante el gobernador,


Pero cuando los judíos se le enfrentaron y blasfemaron, se sacudió sus ropas y les dijo: ―Que su sangre caiga sobre las cabezas de ustedes. Yo he cumplido ya con mi deber. De ahora en adelante me iré a predicar entre los gentiles.


Cuando yo, Pablo, les ruego algo, lo hago con la misma ternura y bondad de Cristo. Sin embargo, se ha dicho que cuando les escribo soy fuerte, pero que cuando lo hago personalmente soy suave.


«En sus cartas se expresa muy bruscamente y con palabras duras», dicen algunos. «¡Pero cuando llegue verán que en persona no impresiona a nadie y que no existe peor predicador!».


Su débil cuerpo humano murió en la cruz, pero ahora vive por el poder de Dios. Nosotros también, al igual que él lo era, somos débiles; pero ahora, unidos a él, vivimos y tenemos el poder de Dios para tratar con ustedes.


Por eso nos alegramos cuando nosotros somos débiles, con tal de que ustedes sean fuertes. Nuestra oración es que Dios los restaure en todo.


Dios, en su misericordia, es el que nos permite servirle, y por eso no nos damos nunca por vencidos.


Por eso, nunca nos damos por vencidos. Aunque este cuerpo nuestro se va desgastando, por dentro nos renovamos cada vez más.


Más bien, en cada uno de nuestros actos tratamos de portarnos como servidores de Dios. Con paciencia soportamos los sufrimientos, las necesidades, las angustias.


Él los ama más que nunca, sobre todo cuando recuerda la obediencia que le prestaron y la humildad con que lo recibieron.


Desde que llegamos a Macedonia no habíamos tenido reposo: desde fuera, las dificultades se agolpaban a nuestro alrededor; por dentro, sentíamos mucho temor.


Esclavos, obedezcan a sus amos humanos; sírvanles de buena gana, con respeto y sinceridad de corazón, como a Cristo.


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