El oficial asirio les respondió: —El rey de Asiria me ha enviado a decir esto a los que están en la muralla, y no a vosotros ni a Ezequías, porque ellos, lo mismo que vosotros, van a quedarse sin nada que comer ni beber. Será tanta el hambre y la sed que tendrán, que hasta se comerán su propio excremento, y se beberán sus propios orines.