Si quien cometió el pecado no tiene dinero para comprar un cordero, me ofrecerá entonces dos palomas o dos pichones. Llevará las dos aves al sacerdote, y el sacerdote me ofrecerá una de ellas como ofrenda para obtener el perdón del pecado, y la otra la quemará por completo en mi honor. A la primera le retorcerá el cuello, pero no le arrancará la cabeza;