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Miqueas 5:6 - Biblia Lenguaje Básico

6-7 Los que de Israel quedemos con vida seremos entre las naciones como la lluvia que Dios envía: cae del cielo y riega la hierba sin la intervención humana. Seremos también como los leones cuando atacan un rebaño: atrapan a las ovejas y las destrozan, y no dejan que ninguna se escape.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

6 y devastarán la tierra de Asiria a espada, y con sus espadas la tierra de Nimrod; y nos librará del asirio, cuando viniere contra nuestra tierra y hollare nuestros confines.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Ellos gobernarán a Asiria con la espada desenvainada y entrarán por las puertas de la tierra de Nimrod. Él nos rescatará de los asirios cuando desborden las fronteras para invadir nuestra tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Entonces el resto de Jacob será en medio de numerosos pueblos como rocío enviado por Yavé, como gotas de lluvia sobre el pasto, pues ya no esperarán más en los hombres ni pondrán en los mortales su confianza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 Los cuales devastarán a cuchillo la tierra de Asiria, Y la tierra de Nimrod dentro de sus mismas puertas. Así nos librará del asirio cuando venga contra nuestra tierra, Cuando llegue a pisar los confines de nuestro territorio.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 El resto de Jacob será entonces, en medio de pueblos numerosos, como rocío que viene de Yahveh, como lluvia sobre la hierba, que no confía en el hombre, ni de los hombres espera nada.

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Miqueas 5:6
26 Tagairtí Cros  

En tiempos de Pecaj, rey de Israel, vino Tiglatpiléser, rey de Asiria, y conquistó las ciudades de Iyón, Abel Bet Maacá, Janóaj, Cadés y Jasor; se apoderó también de Galaad, Galilea y toda la región de Neftalí. A los habitantes de esos lugares se los llevó prisioneros a Asiria.


Entonces Dios hizo que los jefes del ejército del rey de Asiria atacaran a los israelitas. Los asirios apresaron a Manasés y lo humillaron: le pusieron un gancho en la nariz, lo ataron con cadenas de bronce y se lo llevaron prisionero a Babilonia.


Mis palabras eran bien recibidas y nadie me contradecía.


¡Que tus soldados te juren lealtad sobre los montes de Dios en el día de la batalla! Cuando salga el sol, se renovarán tus fuerzas.


Que sea como las lluvias, que empapan la tierra y riegan las praderas.


Muchas naciones nos ayudarán a regresar a la patria que Dios nos dio. Pero luego dominaremos a esas naciones, y así, los que antes nos dominaron y nos maltrataron acabarán siendo nuestros esclavos.


Haré pedazos a los asirios que ahora ocupan mi tierra; los aplastaré en mis montañas. ¡Libraré a mi pueblo de su esclavitud!


¡Qué mal te va a ir, Asiria, tú que aún no has sido saqueada, tú que aún no has sido destruida! Cuando acabes de saquear, también tú serás saqueada; cuando acabes de destruir, también tú serás destruida.


Aquella misma noche, el ángel de Dios entró en el campamento asirio y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la mañana siguiente el campo estaba lleno de muertos.


Entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive.


Y si de cien personas quedan solo diez, hasta esas diez serán destruidas. Quedarán como árboles talados, de los que solo queda el tronco. Pero de ese tronco brotará una descendencia santa.


¿Hay algún ídolo entre los paganos que pueda hacer llover? ¿Acaso envía agua el cielo por sí solo? Únicamente tú, Dios nuestro, puedes hacerlo y por eso confiamos en ti.


Nínive ha quedado destruida, arruinada y con poca gente; todos tiemblan de miedo, las fuerzas los abandonan, el terror los deja pálidos.


Luego atacaré y destruiré Asiria, país situado al norte; a Nínive, su capital, la convertiré en un montón de ruinas.


Yo dejaré en medio de ti un pueblo de gente humilde y sencilla, que pondrá en mí su confianza.


Dios dijo que nos libraría de nuestros enemigos y de todos aquellos que nos odian.


prometiéndole que nos salvaría de nuestros enemigos para que pudiéramos servirle sin ninguna clase de temor.


Luego Jesús les explicó todo lo que las Escrituras decían acerca de él. Empezó con los libros de la ley de Moisés y siguió con los libros de los profetas.


¡Oíd lo que tengo que decir! Mi enseñanza es como la lluvia, como el rocío de la mañana, como el agua que cae sobre el campo y hace que crezca la hierba.


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