Cuando terminó la celebración, todos los israelitas que se encontraban allí fueron a las ciudades de Judá, y al territorio de las tribus de Judá, Benjamín, Efraín y Manasés, y destrozaron todas las imágenes de los ídolos que la gente adoraba. También destruyeron las imágenes de la diosa Astarté, y los santuarios locales de las colinas. No descansaron hasta acabar con todo eso. Luego regresaron a sus ciudades, cada uno a su hogar.