Tan pronto como la madre termine de purificarse por el nacimiento de su hijo o de su hija, deberá ir a la entrada de la Tienda del encuentro. Allí presentará al sacerdote un cordero de un año y una paloma o un pichón. Entonces el sacerdote quemará el cordero en honor de Dios y presentará la paloma o el pichón como ofrenda para el perdón de pecados; de esta manera la madre quedará purificada. Esta es la ley para toda mujer que tenga un hijo o una hija.