Jueces 2:10 - Biblia Lenguaje Básico10 Murieron también todos los israelitas de su época; por eso los que nacieron después no sabían nada acerca del Dios verdadero ni de lo que él había hecho en favor de los israelitas. Féach an chaibidilTuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 196010 Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel. Féach an chaibidilBiblia Nueva Traducción Viviente10 Después de que murieron todos los de esa generación, creció otra que no conocía al Señor ni recordaba las cosas poderosas que él había hecho por Israel. Féach an chaibidilBiblia Católica (Latinoamericana)10 Cuando esa generación a su vez fue a reunirse con sus padres, le siguió otra generación que no conocía a Yavé ni sabía lo que éste había hecho por Israel. Féach an chaibidilLa Biblia Textual 3a Edicion10 Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Pero después de ellos se levantó otra generación que no conocía° a YHVH, ni las obras que Él había hecho por Israel. Féach an chaibidilBiblia Serafín de Ausejo 197510 Cuando toda esta generación fue a reunirse con sus padres, surgió después otra que no conocía a Yahveh, ni sus obras en favor de Israel. Féach an chaibidil |
Nadie confía en nadie, ni siquiera en su propio hermano, porque nadie dice la verdad. Todos desconfían de todos, porque entre hermanos se engañan y hasta entre amigos se mienten. ¡Están acostumbrados a mentir, y no se cansan de pecar! Es un pueblo que se niega a reconocerme como su Dios. Soy yo, Dios, quien lo asegura.
Los hijos de Elí eran unos malvados y no respetaban ni obedecían a Dios. Hacían cosas terribles con las ofrendas que la gente llevaba al santuario. Por ejemplo, la Ley de Dios decía que, al presentar las ofrendas, primero se debía quemar la grasa del animal y luego darle al sacerdote una porción de la carne. Sin embargo, cuando la gente apenas comenzaba a quemar la grasa, venía un sirviente de los hijos de Elí y le decía al que presentaba la ofrenda: —Dame la carne que le toca al sacerdote, para que yo se la prepare. Debo llevarla cruda porque el sacerdote no la quiere ya cocida. A veces alguien contestaba: —Déjame quemar primero la grasa, y luego te llevarás lo que gustes. Pero el sirviente le respondía: —Si no me la das ahora, me la llevaré por la fuerza. Muchas veces el sirviente llegaba con un tenedor, lo metía en la olla donde se estaba cocinando la carne, y todo lo que sacaba era para los hijos de Elí.