Jeremías 49:36 - Biblia Lenguaje Básico36 Desde los cuatro puntos cardinales enviaré contra Elam grandes ejércitos que, como un viento huracanado, los dispersen por todas partes; ¡no habrá un solo país donde no haya elamitas refugiados! Féach an chaibidilTuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 196036 Traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a todos estos vientos; y no habrá nación a donde no vayan fugitivos de Elam. Féach an chaibidilBiblia Nueva Traducción Viviente36 Traeré enemigos de todas partes y esparciré a la gente de Elam a los cuatro vientos. Serán desterrados a países de todo el mundo. Féach an chaibidilBiblia Católica (Latinoamericana)36 Haré que soplen sobre Elam los cuatro vientos desde los cuatro puntos cardinales del cielo; ¡y mandaré a los elamitas a todos estos vientos, y no habrá nación adonde no lleguen fugitivos de Elam!' Féach an chaibidilLa Biblia Textual 3a Edicion36 Traeré sobre Elam los cuatro vientos De los cuatro confines de los cielos, Y los aventaré a todos estos vientos, Y no habrá nación a donde no lleguen los fugitivos de Elam. Féach an chaibidilBiblia Serafín de Ausejo 197536 Traigo contra Elam a los cuatro vientos de los cuatro extremos de los cielos, y los disperso a todos estos vientos: no habrá una nación adonde no lleguen los fugitivos de Elam. Féach an chaibidil |
Cuando vuestros enemigos vengan a atacaros, os prepararéis para responder el ataque, pero acabaréis huyendo en desorden y seréis derrotados por completo. Vuestros cadáveres quedarán tendidos por el suelo, y nadie podrá impedir que los devoren las fieras y los buitres. Al ver esto, los demás países se espantarán.
Después de esto, vi cuatro ángeles que estaban de pie. Cada uno de ellos miraba a uno de los cuatro puntos cardinales. Estaban deteniendo al viento para que no soplara sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre los árboles. Estos cuatro ángeles habían recibido poder para dañar la tierra y el mar. Vi también a otro ángel, que venía del oriente, el cual tenía el sello del Dios que vive para siempre. Con ese sello debía marcar en la frente a todos los servidores de nuestro Dios. Ese ángel gritó con fuerte voz a los otro cuatro: —¡No dañéis la tierra, ni el mar, ni los árboles, hasta que hayamos marcado en la frente a los que sirven a nuestro Dios!