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Jeremías 46:21 - Biblia Lenguaje Básico

21 Contrató soldados extranjeros, todos muy fuertes y valientes, pero también ellos la abandonan, también ellos salen huyendo a toda prisa. Y es que ha llegado el día de su derrota, ha llegado el día de su castigo.

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Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

21 Sus soldados mercenarios también en medio de ella como becerros engordados; porque también ellos volvieron atrás, huyeron todos sin pararse, porque vino sobre ellos el día de su quebrantamiento, el tiempo de su castigo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 Los mercenarios de Egipto se han vuelto como becerros engordados. Ellos también se darán vuelta y huirán, porque este es el día del gran desastre para Egipto, un momento de enorme castigo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 Los mercenarios que se veían en ella, eran como novillos de engorde, pero ellos también vuelven la espalda y huyen todos juntos, sin oponer resistencia. Pues éste es para ellos el día de su desgracia, la hora de su castigo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 También sus mercenarios eran novillos cebados, Pero ahora dan la espalda y huyen juntos sin parar; No resisten en sus puestos, Pues les llega el día de su calamidad, El día de su visitación.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 También sus mercenarios son como novillos cebados; pero también ellos se vuelven, huyen a una, no resisten, pues les llega el día de su ruina, el tiempo de su castigo.

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Jeremías 46:21
25 Tagairtí Cros  

Al darse cuenta los amonitas de que David se había enfadado mucho con ellos, contrataron a los arameos de Rejob y Sobá para que les ayudaran a luchar contra David. También contrataron a mil hombres del rey Maacá y a doce mil hombres de Tob. Los arameos enviaron a veinte mil soldados, que tomaron posiciones en el campo junto con los soldados de Tob y Maacá. Por su parte, los amonitas salieron a la guerra y se colocaron en orden de batalla a la entrada de la ciudad. Informado de ello, David envió a la batalla a Joab, junto con todo su ejército y sus mejores soldados.


Dios había hecho que el ejército de Siria escuchara ruidos como de carros de guerra, de caballos y de un gran ejército, por lo que los soldados se dijeron unos a otros: —¡El rey de Israel ha pagado a los reyes hititas y al rey de Egipto para que luchen contra nosotros!


pero Dios se burla de ellos, pues sabe que pronto serán destruidos.


Es preferible comer verduras donde se ofrecen con cariño que comer carne de buey donde solo hay odio.


¿Qué haréis cuando Dios os pida cuentas de lo que hacéis? ¿Qué haréis cuando Dios os castigue como merecéis? ¿A quién pediréis ayuda? ¿Dónde esconderéis vuestras riquezas?


La gente caerá muerta como los toros en el matadero. Su país se empapará de sangre; ¡la tierra se llenará de grasa!


El ejército babilonio es muy numeroso; tanto que nadie lo puede contar. Por eso los soldados egipcios huyen como serpientes escurridizas ante el ejército que avanza poderoso. Egipto es como un bosque tupido, pero vuestros enemigos lo rodearán y lo atacarán con sus hachas, dispuestos a derribar todos los árboles.


¿Pero qué es lo que veo? ¡Los soldados egipcios retroceden! Derrotados y llenos de miedo, huyen sin mirar atrás. ¡Hay terror por todas partes!


¡Que ataquen los caballos! ¡Que avancen los carros de guerra! ¡Que se lancen al combate los soldados! Que empuñen sus armas los guerreros de Etiopía, de Libia y de Lidia.


Vosotros, los que vivís en Dedán, ¡dad media vuelta y huid de aquí! ¡Meteos en las cuevas más profundas! Voy a enviar una terrible desgracia contra los habitantes de Edom, pues ya es hora de que los castigue.


Vosotros, babilonios, que saqueasteis a mi pueblo, ¡reid ahora y haced fiesta,


¡Llegó la hora del castigo! ¡Matad a todos sus soldados! ¡Exterminad a toda su gente!


Yo, el Dios de Israel, os anuncio que me he puesto en contra del faraón, rey de Egipto. Ya le he roto un brazo y voy a romperle también el sano para que no pueda manejar la espada.


Vosotros siempre habéis sido enemigos de los israelitas. Cuando yo castigué a mi pueblo a causa de sus muchos pecados, vosotros luchasteis contra él a punta de espada.


Pronto sabrás, Israel, que ya ha llegado el día en que te daré tu merecido. Tan grande es tu maldad, y tan inmenso es tu odio, que llamas «tontos» y «locos» a los profetas que te he enviado. Los envié para avisarte del peligro, pero tú les tendiste trampas; ¡hasta en mi propio Templo les has mostrado tu gran odio!


Os pasáis el día recostados en lujosas camas de marfil y comiendo lo mejor del ganado.


no debiste entrar en Jerusalén ni alegrarte de su desgracia cuando mi ciudad era destruida; no debiste robarle sus riquezas cuando ya no podía defenderse.


¡El más bueno y honrado de ellos es peor que una mata de espinos! Pero ya está cerca el día de la desgracia en que Dios los castigará, tal como lo anunciaron los profetas.


Entonces el rey envió a otros sirvientes con este mensaje: «La comida ya está lista. He mandado preparar la carne de mis mejores terneros. ¡Venid a la fiesta!».


Pero al prosperar, os olvidasteis de Dios; dando la espalda a vuestro Creador y rechazasteis la protección del Dios que os había salvado.


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