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Jeremías 25:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 Todo este país quedará convertido en un montón de ruinas, en pura desolación. Y durante setenta años todos quedarán bajo el dominio del rey de Babilonia.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Toda la tierra se convertirá en una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia por setenta años.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Todo este país será saqueado y quedará reducido a un desierto, y estas naciones servirán al rey de Babilonia durante setenta años.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Y toda esta tierra se convertirá en desolación y ruinas, y estas gentes servirán al rey de Babilonia durante setenta años.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Todo este país será una ruina, una desolación, y servirán al rey de Babilonia setenta años.

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Jeremías 25:11
23 Tagairtí Cros  

Los israelitas que quedaron con vida fueron llevados presos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus descendientes. Así permanecieron hasta la llegada del reino de Persia.


se llenará de cardos y malas hierbas y haré que no llueva ni una gota sobre ella.


Pasado ese tiempo, yo castigaré por su maldad al rey de Babilonia y a su nación, ¡y ese país quedará destruido para siempre! Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Es tanta la ira de Dios, que ha abandonado a su pueblo como un león abandona su guarida. ¡Todo ha sido destruido por la guerra!


serán llevados a Babilonia y que allí se quedarán hasta que Dios decida que sean traídos de nuevo a Jerusalén.


Yo soy el todopoderoso Dios de Israel y voy a darle al rey de Babilonia un poder extraordinario: va a dominar a todas las naciones y las hará sus esclavas. ¡Hasta las bestias del campo estarán bajo su dominio!


Vosotros vais a vivir unos setenta años en Babilonia. Cuando se cumpla ese tiempo, os prometo que os haré volver a Jerusalén.


La tierra que antes era fértil ahora parece un desierto. ¡Todas las ciudades están en ruinas! Dios, en su terrible enfado, hizo que todo esto sucediera.


Porque así dice Dios: Toda la nación será destruida, pero no la destruiré por completo.


Pero llegó el momento en que Dios ya no pudo aguantar más vuestra mala conducta ni las cosas odiosas que hacíais. Por eso vuestro país ha quedado convertido en un desierto horrible, en un montón de ruinas donde nadie vive, en objeto de horror y de maldición para todos sus vecinos. ¡Y esto es así hasta el momento presente!


Luego dirígete a los que viven en Jerusalén y en la tierra de Israel, y dales de mi parte este mensaje: Por la violencia tan grande que habéis cometido, viene el día en que también vosotros comeréis vuestro pan llenos de miedo, y beberéis vuestra agua llenos de angustia. Todo vuestro país y todas vuestras ciudades serán destruidas y vuestro territorio quedará convertido en un desierto. Tendréis que reconocer entonces que yo soy el Dios de Israel.


No quedará allí nadie con vida, ni personas ni animales; durante cuarenta años Egipto será el país más desolado de todos y nadie lo habitará. Durante cuarenta años no habrá ciudades más destruidas que las ciudades de Egipto, pues yo haré que los egipcios sean llevados prisioneros a otros países y que sean dispersados entre las naciones.


Mi castigo contra ellos será muy duro. De norte a sur, y desde Riblá hasta el desierto, todo el país quedará en ruinas. Entonces tendrán que reconocer que yo soy el Dios de Israel.


Vuestro país quedará hecho un desierto y vuestras ciudades serán un montón de ruinas, pues os perseguiré espada en mano, y tendréis que huir a las naciones vecinas. ¡Hasta vuestros enemigos se sorprenderán al verlo!


Porque el territorio de esos países quedará hecho un desierto por los pecados de sus habitantes.


Preguntó, entonces, el ángel de Dios: —Dios todopoderoso, hace ya setenta años que estás enfadado con Jerusalén y con las ciudades de Judá. ¿Cuándo vas a tener compasión de ellas?


comunica esto de mi parte a los sacerdotes y a toda la gente de este país: Durante los últimos setenta años habéis ayunado y hecho duelo todos los meses quinto y séptimo, pero no lo hacíais para honrarme.


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