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Jeremías 23:5 - Biblia Lenguaje Básico

5 En el futuro haré que un rey justo y sabio gobierne a mi pueblo. Será de la familia de David, gobernará con verdadera justicia,

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Biblia Reina Valera 1960

5 He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 »Pues se acerca la hora —dice el Señor—, cuando levantaré a un descendiente justo del linaje del rey David. Él será un rey que gobernará con sabiduría; hará lo justo y lo correcto por toda la tierra.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Así dice Yavé: 'Llega el día en que yo haré surgir un hijo de David que se portará como rey justo y prudente.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 He aquí, vienen días, dice YHVH, En que levantaré a David un renuevo justo; Y reinará y obrará prudentemente, Y hará juicio y justicia en la tierra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 Mirad que vienen días -oráculo de Yahveh-, en que suscitaré a David un germen justo que reinará como rey, obrará con prudencia y practicará el derecho y la justicia en el país.

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Jeremías 23:5
49 Tagairtí Cros  

Y esto es lo que me ha dicho el Dios que protege a Israel: «El que ejerce el gobierno con justicia, el que gobierna respetando a Dios,


Lleva tu espada a la cintura, pues es tu más bello adorno.


¡Asómate desde el cielo y trata con bondad a tu viña!


Eres un rey poderoso que ama la justicia y has establecido la igualdad; has actuado en Israel con rectitud y justicia.


Dios nuestro, tú eres el Dios soberano que vive en el cielo. Has hecho que en Jerusalén haya honradez y justicia;


Dios dice también: «No castigaré a todos. A los que deje con vida, les permitiré vivir en Jerusalén y serán llamados: "Pueblo elegido de Dios". Cuando llegue ese día, haré que prosperen y vivan bien. Mi pueblo se sentirá orgulloso de los frutos que le dará su tierra.


Yo soy el Dios único; yo te llamé y te tomé de la mano para que hagas justicia, para que seas ante mi pueblo señal de mi pacto con ellos, para que seas ante las naciones la luz que las ilumine.


Entonces todos dirán: «Solo Dios puede dar la victoria». Los que se enfrentaron con él se llenarán de vergüenza, y volverán a obedecerle.


Mi siervo triunfará, alcanzará un puesto muy alto y recibirá los honores que merece.


Dios quiso hacer sufrir a su Siervo, que, por haberse ofrecido por nosotros, tendrá una larga vida, llegará a ver a sus descendientes y por medio de él triunfarán los planes de Dios.


Creció el Siervo como tallo tierno en tierra seca. No había en él belleza ni majestad alguna; su aspecto no era atractivo ni deseable.


Porque nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese niño se le ha dado el poder de gobernar; y recibirá estos nombres: Consejero Admirable, Dios Invencible, Padre Eterno, Príncipe de Paz.


Él se sentará en el trono de David, y reinará sobre todo el mundo y por siempre habrá paz. Su reino será invencible, y para siempre reinarán la justicia y el derecho. Esto lo hará el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene.


Dios ha advertido a Israel que lo va a castigar. Todos han escuchado la advertencia, incluso los habitantes de Samaría, que dicen llenos de orgullo:


Te crees un gran rey porque vives en lujosos palacios. Tu padre Josías disfrutó de la vida y celebró grandes fiestas, pero siempre actuó con justicia.


Él os ordena que practiquéis la justicia, que protejáis a los que son maltratados, que no os aprovechéis de los extranjeros, de los huérfanos y las viudas, y que no ocasionéis la muerte de personas inocentes.


Yo, el Dios de Israel, os digo que escribáis esto sobre él: «Es un hombre sin hijos, su vida es un fracaso». Nadie de su descendencia se sentará sobre el trono de David para reinar sobre Judá.


y le pondrán por nombre «Dios es nuestro salvador». Durante su reinado mi pueblo vivirá en paz y libertad.


Mis planes para vosotros solamente yo los conozco, y no son para vuestro mal, sino para vuestro bien. Voy a daros un futuro lleno de bienestar.


Viene el día en que haré volver de la cautividad a Israel y a Judá. Los dos son mi pueblo, y los traeré a la tierra que di a vuestros antepasados. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Siervo mío, Israel, no tengas miedo ni te asustes, porque a ti y a tus hijos os libraré de la esclavitud que sufrís en Babilonia. Podréis vivir seguros y tranquilos; no volveréis a tener miedo de nadie. Me serviréis a mí, que soy vuestro Dios, y al descendiente de David que yo os daré como rey.


El Dios de Israel dice: —Viene el día en que haré que Israel y Judá vuelvan a poblarse de gente y de animales.


Y la respuesta será: «Marcha contra Jerusalén». El rey de Babilonia dará la orden de atacar, lanzando el grito de guerra, construyendo terraplenes y torres de asalto, derribando las puertas con los arietes.


Yo cuidaré de mi pueblo como cuida un buen pastor a sus ovejas. Mi pueblo anda perdido, pero yo lo buscaré. Se ha apartado del camino, pero yo lo haré volver. Anda herido, pero yo vendaré sus heridas. Está débil, pero yo le daré fuerzas. Y aun cuando esté gordo y fuerte, cuidaré de él.


Yo haré que vuestra tierra produzca cosechas abundantes para que no volváis a sufrir hambre ni tengáis que aguantar las burlas de las naciones.


Así mis príncipes tendrán su propio terreno y no tendrán que explotar a mi pueblo. El resto de la tierra será distribuido a partes iguales entre las tribus de Israel.


Tienen que pasar setenta semanas para que tu pueblo y tu ciudad dejen de hacer el mal, para que lleguen a su fin la desobediencia y el pecado. Al cabo de ese tiempo quedarán reparados los delitos, se restablecerá la justicia. Dios cumplirá las visiones que has tenido y su santo Templo será de nuevo consagrado.


Después de esto, se arrepentirán y volverán a obedecer a Dios, pedirán sus bendiciones y seguirán el ejemplo del rey David.


Cuando llegue ese día, haré que los descendientes de David vuelvan a reinar en Israel. Lo que estaba en ruinas será reconstruido y volverá Israel a ser fuerte como antes.


Entonces Dios dará a ese rey toda su fuerza y poder para dirigir a su pueblo y hacerlo vivir en paz. Será un rey que extenderá su dominio hasta el último rincón de la tierra.


¡Alégrate, ciudad de Jerusalén, salta de júbilo, monte de Sion! Porque tu rey viene hacia ti, montado sobre un burro, sobre un asno, hijo de asna. Es humilde, pero justo, y viene como vencedor.


y preguntaron: —¿Dónde está el niño que ha nacido para ser el rey de los judíos? Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo.


Luego Felipe fue a buscar a Natanael, y le dijo: —Hemos encontrado a aquel de quien Moisés escribió en las Escrituras, y del que también hablan los profetas. Es Jesús, natural de Nazaret e hijo de José.


Entonces Natanael respondió: —Maestro, ¡tú eres el Hijo de Dios y el Rey de Israel!


Dios os ha unido a Cristo Jesús, y gracias a esa unión ha hecho que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra salvación, nuestra liberación y nuestra santificación.


Por eso Dios tuvo que llamarles la atención diciendo: «Viene el día en que haré un nuevo pacto con el pueblo de Israel y con el pueblo de Judá.


Entonces vi el cielo abierto y allí estaba un caballo blanco. El que lo montaba tenía por nombre el Fiel y el Verdadero, porque cuando gobierna o cuando va a la guerra, lo hace con justicia.


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