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Jeremías 16:6 - Biblia Lenguaje Básico

6 En este país todos morirán, sean ricos o pobres, y nadie llorará por ellos ni los sepultará; nadie guardará luto por ellos.

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Biblia Reina Valera 1960

6 Morirán en esta tierra grandes y pequeños; no se enterrarán, ni los plañirán, ni se rasgarán ni se raerán los cabellos por ellos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Tanto el grande como el humilde morirán en esta tierra. Nadie los enterrará ni se lamentará por ellos. Sus amigos no se cortarán la piel ni se afeitarán la cabeza en señal de tristeza.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 En ese país morirán grandes y chicos, sin que los sepulten ni los lloren. En este país ya no se harán cortes en el cuerpo, ni se cortarán el pelo en homenaje a los muertos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 En esta tierra morirán grandes y pequeños, y no serán sepultados ni llorados, ni por ellos se harán incisiones ni se raparán el pelo,°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 de modo que morirán grandes y pequeños en este país. No serán enterrados ni llorados, nadie se hará incisiones ni se rapará por ellos.

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Jeremías 16:6
20 Tagairtí Cros  

Entonces Dios envió contra Jerusalén a Nabucodonosor, rey de los caldeos, quien mató a sus jóvenes en el mismo Templo y luego mató a otros muchos habitantes de Jerusalén, sin importar si eran hombres o mujeres, niños o ancianos.


El Dios todopoderoso os aconsejó que debíais lamentaros y vestiros de luto en señal de dolor.


A todos les pasará lo mismo: al sacerdote y al pueblo, a los amos y a los esclavos, al que compra y al que vende, al que presta y al que pide prestado, al rico y al pobre.


tú les responderás: —Dios me mandó a deciros que él va a emborrachar completamente a todos los que viven en este país. Emborrachará a los reyes descendientes de David que ocupan su trono, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén.


unos morirán de enfermedades horribles, otros morirán de hambre y otros en la guerra. Nadie llorará por ellos, ni los sepultará. Sus cadáveres quedarán tendidos sobre el suelo, como si fueran basura, y con ellos se alimentarán las aves del cielo y los animales salvajes.


Entonces llegaron ochenta hombres de Siquén, Siló y Samaría. Iban al Templo para presentar ofrendas y quemar incienso en honor de Dios. Iban sin barba, con la ropa rota y con el cuerpo lleno de heridas que ellos mismos se habían hecho.


Los que viven en la ciudad de Gaza se rapan avergonzados la cabeza; los que viven en la ciudad de Ascalón se quedan mudos de miedo. En cuanto a vosotros, resto de los anaquitas, ¿hasta cuándo os haréis heridas en el cuerpo en señal de duelo?


No hay un solo hombre en Moab que no se haya rapado la cabeza ni se haya afeitado la barba. Todos se visten de luto y se hacen heridas en las manos.


Jeremías, córtate la melena que llevas como persona dedicada a Dios, retírate a lugares desiertos y entona un canto de lamento. Porque Dios ha rechazado y abandonado a esta gente que tanto le ha irritado.


No os cortaréis las patillas de vuestro cabello ni os afeitaréis la barba completamente; no debéis haceros heridas en el cuerpo como una manera de rendir culto a los muertos, ni tampoco debéis haceros tatuajes en la piel. Yo soy vuestro Dios.


Tomad esto en cuenta: Yo, el Dios de Israel, voy a destruir por completo todas las casas, grandes y pequeñas.


Jesús siguió su camino hasta la casa del jefe judío. Cuando llegó, vio a los músicos preparados para el entierro, y a mucha gente llorando y dando gritos.


Cuando estéis de luto por la muerte de alguna persona, no os hagáis heridas en el cuerpo ni os afeitéis la cabeza. Vosotros sois hijos de Dios,


Y vi que todos los que habían muerto, tanto los humildes como los poderosos, estaban de pie delante del trono. Y fueron abiertos los libros. También se abrió el libro donde están escritos los nombres de todos los que vivirán con Dios para siempre. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con lo que habían hecho y según lo que decían los libros.


Entonces todos los reyes de la tierra junto con toda la gente importante se escondieron en las cuevas y entre las rocas de las montañas. Y lo mismo hicieron los comandantes de los ejércitos, los ricos, los poderosos, los esclavos y los que eran libres.


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