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Jeremías 11:4 - Biblia Lenguaje Básico

4 Este pacto es el mismo que hice con vuestros antepasados, cuando los saqué de Egipto, país que parecía un horno para fundir hierro. Yo les pedí que obedecieran todos mis mandamientos y de esa manera ellos serían mi pueblo y yo sería su Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

4 el cual mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciéndoles: Oíd mi voz, y cumplid mis palabras, conforme a todo lo que os mando; y me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Pues cuando los saqué de ese horno de fundir hierro que es Egipto, les dije a sus antepasados: “Si me obedecen y hacen todo lo que les mando, serán mi pueblo y yo seré su Dios”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 que yo impuse a los padres de ustedes el día en que los saqué de ese horno purificador que es Egipto. Les dije entonces: Oigan mi voz y actúen conforme a todo lo que les mando; y así serán mi pueblo y yo seré su Dios'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 el cual mandé a vuestros padres el día que los saqué de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciendo: Oíd mi voz y poned por obra° todo lo que os mande, y seréis mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 que impuse a vuestros padres el día en que los saqué del país de Egipto, el horno de hierro, cuando les dije: 'Escuchad mi palabra y cumplid estas cosas de acuerdo con todo lo que os ordeno, y así vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios,

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Jeremías 11:4
39 Tagairtí Cros  

La tierra de Canaán, que ahora recorres como inmigrante, te la daré a ti y a tus descendientes para siempre.


Porque se trata de tu pueblo; el pueblo que tú sacaste de Egipto, donde ha sufrido tanto como si estuviese ardiendo en un horno.


Siempre fue fiel a Dios y obedeció todos los mandamientos que Dios había dado a Moisés.


pero trato con bondad a todos los descendientes de los que me aman y cumplen mis mandamientos.


Esto dice Dios acerca de Egipto, ese animal feroz del desierto del sur: Los israelitas llevan a Egipto todos sus tesoros y riquezas; lo llevan a lomos de burros y de camellos. Cruzan un desierto lleno de peligros. Allí hay feroces leones y leonas, víboras y dragones voladores.


Yo os purifiqué de vuestra maldad por medio del sufrimiento, y no lo hice como se hace con la plata.


Desde que los saqué de Egipto hasta el momento presente he estado advirtiendo a vuestros antepasados que me obedezcan.


Cambiaré su manera de ser y de pensar, para que me reconozca como su Dios y me obedezca en todo. Judá será mi pueblo y yo seré su Dios.


Así que más os vale obedecer a nuestro Dios, y mejorar vuestra conducta. Si de verdad lo hacéis así, Dios no os castigará.


Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. Soy yo, Dios, quien lo asegura.


Voy a permitir que el rey de Babilonia y sus soldados se apoderen de Jerusalén.


Jeremías aseguró al rey: —Dios ha dicho que si el rey obedece, todo saldrá bien y esos judíos no le harán ningún daño.


Entonces obedecerán mis mandamientos y vivirán como les he ordenado que vivan. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.


Así los israelitas no volverán a darme la espalda ni seguirán pecando. Entonces serán mi pueblo y yo seré su Dios. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Entonces viviréis en la tierra que di a vuestros antepasados, y vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.


Nunca más volverán los israelitas a contaminarse con los ídolos; no volverán a cometer acciones odiosas. Yo los limpiaré de sus pecados y no dejaré que vuelvan a serme infieles. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios.


Dicho esto, Nabucodonosor se acercó al horno todo lo que pudo y gritó: —Sadrac, Mesac y Abednegó, servidores del Dios altísimo, ¡salid de ahí! Los tres jóvenes salieron del horno.


Caminaré con vosotros, yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.


Vendrán también otros de lejos que os ayudarán a reconstruir mi Templo y entonces reconoceréis que el Dios todopoderoso me ha enviado a vosotros. Así se cumplirá si me obedecéis a mí que soy vuestro Dios.


y lo haré volver a Jerusalén. Será mi pueblo, y yo seré vuestro Dios; seré para ellos un Dios fiel y justo. Así os lo digo yo, el Dios todopoderoso.


Enseñadles a cumplir todo lo que yo os he enseñado. Y sabed que estaré siempre con vosotros, hasta el fin del mundo.


Nosotros somos el templo de Dios vivo. Si Dios está en nosotros, no tenemos nada que ver con los ídolos. Dios mismo dijo: Viviré con este pueblo y caminaré con ellos. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.


Seréis bendecidos si cumplís los mandamientos que hoy os da vuestro Dios.


Cuando Dios os rescató y os sacó de Egipto, lo hizo para convertiros en su propio pueblo como efectivamente lo sois.


—Yo soy el Señor tu Dios, el que te sacó de Egipto, donde eras esclavo.


Así, una vez que Cristo hizo todo lo que Dios le mandó, se convirtió en el salvador que da vida eterna a todos los que le obedecen.


Pero Samuel le dijo: —Lo que agrada a Dios es que lo obedezcan y no que le ofrezcan sacrificios. Es mejor obedecerlo que sacrificarle los mejores animales.


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