Vosotros os habéis portado conmigo como lo hacen los comerciantes de las ciudades de Temá y Sabá. Salen con sus caravanas y, al cruzar el desierto, se desvían de su rumbo buscando el cauce de los ríos; pero al llegar junto a ellos se quedan confundidos y frustrados. Lo mismo os sucede a vosotros: habéis visto algo espantoso y os habéis asustado.