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Esdras 9:9 - Biblia Lenguaje Básico

9 Aunque somos esclavos, no nos has abandonado. Tu amor por nosotros es tan grande que hiciste que los reyes de Persia nos permitieran volver para reconstruir tu Templo, que estaba en ruinas. ¡Aquí en Judá y en Jerusalén tú nos proteges!

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Biblia Reina Valera 1960

9 Porque siervos somos; mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos protección en Judá y en Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Pues éramos esclavos pero, en su amor inagotable, nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud. Por el contrario, hizo que los reyes de Persia nos trataran favorablemente. Él nos dio nuevas fuerzas, para que pudiéramos reconstruir el templo de nuestro Dios y reparar las ruinas. Nos dio una muralla de protección en Judá y en Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Seguimos como esclavos, pero nuestro Dios no nos ha abandonado en esta esclavitud, pues nos cubrió con su misericordia frente a los reyes de Persia. Nos ha dado un respiro, la Casa de nuestro Dios ha resurgido de sus ruinas, nos ha devuelto las murallas de Judá y de Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 Por cuanto esclavos somos, pero en nuestra esclavitud no nos desamparó nuestro Dios, sino que extendió sobre nosotros misericordia delante de los reyes de Persia, para que se nos concediera la preservación de la vida, a fin de erigir la Casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas, y darnos amparo° en Judá y en Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 Esclavos fuimos. Pero nuestro Dios no nos abandonó en nuestra esclavitud, sino que inclinó hacia nosotros la benevolencia de los reyes de Persia y nos reanimó para levantar el templo de nuestro Dios, reparar sus ruinas y construirnos una muralla de defensa en Judá y en Jerusalén.

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Esdras 9:9
25 Tagairtí Cros  

Algunos jefes de familia llevaron a Jerusalén ofrendas para reconstruir el Templo de Dios.


Esdras era un sacerdote y un maestro que conocía muy bien la ley que Dios había dado por medio de Moisés; la estudiaba constantemente, la cumplía y la enseñaba a los judíos. Como Esdras gozaba del poder divino, el rey Artajerjes le concedió todo lo que le pidió. Así Esdras logró salir de Babilonia el día primero del mes de Abib, durante el séptimo año del reinado de Artajerjes, y llegó a Jerusalén el día primero del mes de Ab de ese mismo año. Lo acompañaba un grupo de judíos, entre los que, además de sacerdotes y levitas, había cantores, guardianes y servidores del Templo de Dios. Esdras llevaba una carta del rey Artajerjes que decía así:


Dios nuestro, después de lo mal que nos hemos portado, ¿qué podemos decir en nuestra defensa? No hemos obedecido las órdenes


Entonces les dije: —Conocéis bien el problema que tenemos, porque las murallas de Jerusalén están en ruinas y sus puertas siguen destruidas por el fuego. Pero vamos a reconstruirlas, para que no se burlen más de nosotros.


Se olvidaron de los milagros que tú hiciste en su favor. Fueron desobedientes y nombraron a un jefe para que los llevara a Egipto, de vuelta a la esclavitud. Luego hicieron un toro de metal y dijeron que ese era su dios, el dios que los sacó de Egipto. Pero tú no los abandonaste, pues eres tierno y compasivo, y siempre estás dispuesto a perdonar. No te enfadas con facilidad, y es tanto tu amor que en ti se puede confiar.


Que nadie le trate con cariño ni tenga compasión de sus huérfanos.


Cuando me encuentro con problemas, tú me das nuevas fuerzas. Muestras tu gran poder y me salvas de mis enemigos.


Israelitas, Dios aliviará nuestro sufrimiento y nos librará de la terrible esclavitud.


Removió la tierra, le quitó las piedras y plantó cepas de la mejor calidad. Puso una torre en medio del terreno y construyó en ella un lagar. Mi amigo esperaba uvas dulces, pero solo cosechó uvas agrias.


Pues bien, vosotros sois mi viña, y ahora os diré lo que pienso hacer: destruiré su cerca y será arrasada, derribaré su tapia y será pisoteada;


Vosotros, habitantes de Jerusalén, restauraréis las antiguas ruinas, retiraréis los escombros y reconstruiréis las ciudades destruidas.


Pero tú di a los israelitas que están en Babilonia que, aunque es verdad que yo los expulsé de esta tierra y los dispersé por todas las naciones, no será por mucho tiempo. Además, también allí pueden adorarme.


Tú debes entender bien esto: Pasarán siete semanas desde que se dé la orden de reconstruir Jerusalén hasta la llegada del Príncipe elegido. Y pasarán otras sesenta y dos semanas hasta que sean reconstruidas las murallas y las calles de Jerusalén. ¡Serán días de angustia y tristeza!


Volví a levantar la vista, y vi delante de mí a un hombre con una cinta de medir en la mano.


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