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Efesios 4:26 - Biblia Lenguaje Básico

26 Si os enfadáis, no permitáis que eso os haga pecar; en todo caso, que el enfado no os dure todo el día,

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Biblia Reina Valera 1960

26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

26 Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

26 Enójense, pero sin pecar; que el enojo no les dure hasta la puesta del sol,

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La Biblia Textual 3a Edicion

26 Airaos, pero no pequéis;° no se ponga el sol sobre vuestro enojo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

26 Si os indignáis, no lleguéis a pecar: no se ponga el sol sobre vuestra ira,

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Efesios 4:26
22 Tagairtí Cros  

No des lugar al enfado ni te dejes llevar por la ira; eso empeorará las cosas.


Sabedlo de una vez: Dios me muestra su amor porque le soy fiel; ¡por eso me escucha cuando lo llamo!


Entonces toda la gente que está al servicio del faraón vendrá a verme, y de rodillas me rogará que me vaya de Egipto junto con mi pueblo. Solo entonces me iré de aquí. Moisés salió muy enfadado de la presencia del faraón.


El que es paciente demuestra que es inteligente; el violento da pruebas de ser necio.


Es de sabios dominar la ira, y aún más virtuoso perdonar la ofensa.


El viento del norte hace llover, las malas lenguas provocan la ira.


Que no te domine el rencor, pues el rencor es propio de los tontos.


—Aarón está ya a punto de morir y no va a entrar en el país que prometí a los israelitas, ya que en Meribá os rebelasteis contra mí.


Pero ahora yo os aseguro que cualquiera que se enfade con otro también tendrá que ir a juicio; y el que insulte a otro será llevado ante la Junta Suprema; y el que maldiga a otro será arrojado al fuego del infierno.


Al ver Jesús lo que estaban haciendo sus discípulos, se enfadó con ellos y les dijo: —Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidáis; porque el reino de Dios es de los que son como ellos.


Jesús miró con indignación a los que lo rodeaban y, al ver lo tercos que eran, se puso muy triste. Entonces le dijo a aquel hombre: —Extiende la mano. El hombre extendió la mano y le quedó sana.


Mis queridos hermanos, poned atención a esto que os voy a decir: todos debéis estar siempre dispuestos a escuchar a los demás, a hablar con moderación y a no enfadaros fácilmente.


Porque la gente violenta no hace lo que Dios quiere.


Así que se levantó de la mesa y ya no participó en la comida del segundo día de la fiesta. Estaba furioso y triste al ver que su padre había ofendido gravemente a David.


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