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Eclesiastés 1:16 - Biblia Lenguaje Básico

16 Entonces me puse a pensar: nunca hubo en Jerusalén nadie más sabio que yo; nunca nadie tuvo tantos conocimientos.

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Biblia Reina Valera 1960

16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 Me dije: «A ver, soy más sabio que todos los reyes que gobernaron Jerusalén antes que yo. Tengo más sabiduría y conocimiento que cualquiera de ellos».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Debí convencerme: 'Estoy más adelantado en sabiduría que todos los que reinaron antes que mí en Jerusalén. Acumulé los conocimientos y el saber.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 Hablé con mi corazón diciéndole: Mira, me he engrandecido y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalem, y mi corazón ha experimentado sabiduría y conocimiento en abundancia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Me dije: 'Heme aquí enriquecido y adornado con más sabiduría que cuantos me precedieron en Jerusalén; poseo gran sabiduría y ciencia'.

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Eclesiastés 1:16
20 Tagairtí Cros  

Yo no lo creía, pero ahora lo he visto con mis propios ojos y sé que es verdad. En realidad, no me habían contado ni siquiera la mitad. ¡Eres más sabio y rico de lo que yo había escuchado!


Dios le dio a Salomón sabiduría, inteligencia y gran capacidad para comprenderlo todo.


Guejazí, el sirviente de Eliseo, pensó: «El profeta Eliseo ha dejado ir a Naamán sin aceptar ningún regalo. Voy a correr detrás de él para conseguir algo. Lo juro por Dios».


Sabedlo de una vez: Dios me muestra su amor porque le soy fiel; ¡por eso me escucha cuando lo llamo!


Por las noches me pongo a pensar; recuerdo los tiempos pasados, los años que se han ido y entonces me pregunto:


Entonces decidí ver qué satisfacciones ofrecen los placeres, ¡pero tampoco a esto le encontré sentido!


así que me puse a pensar: «¿Qué gano yo con ser sabio, si a fin de cuentas moriré igual que los tontos?». Y me di cuenta de que tampoco esto tiene ningún sentido.


Entre los que reinaron en Jerusalén antes que yo, nunca nadie fue tan importante ni tan sabio.


Pero como todo en este mundo tiene «su momento», me consuela pensar que un día Dios juzgará al justo y al malvado.


Estas palabras se cumplieron inmediatamente, y el rey dejó de vivir entre la gente. Comía hierba, como los toros; su cuerpo quedó empapado con el rocío del cielo; sus cabellos le crecieron hasta parecer plumas de águila; y sus uñas eran igual que las garras de las aves rapaces.


En cambio, los que sí saben distinguir entre lo bueno y lo malo y están acostumbrados a hacerlo, son como la gente adulta, que ya puede comer alimentos sólidos.


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