Labán llamó al lugar Jegar Sadutá —es decir, Piedra del Testimonio—; Jacob, por su parte lo llamó Galaad y también Mispá —es decir, Atalaya—. Y es que, según Labán, el montón de piedras allí reunido había de servir como testimonio para recordarles el pacto sellado entre ambos. Y también para recordarles que Dios iba a vigilar si cumplían el pacto una vez que se hubieran separado. Labán dijo también a Jacob: