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Apocalipsis 9:2 - Biblia Lenguaje Básico

2 Y cuando la estrella abrió las puertas del Abismo, de allí salió humo, como de un horno muy grande, y el humo oscureció el sol y el aire.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Cuando lo abrió, salió humo como si fuera de un gran horno, y la luz del sol y el aire se oscurecieron debido al humo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Abrió, pues, el pozo del abismo, y del pozo subió una humareda como la de un horno inmenso que oscureció el sol y el aire.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Y abrió el pozo del abismo, y del pozo subió un humo, como el humo de un gran horno, y a causa del humo del pozo fueron entenebrecidos el sol y el aire.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Abrió el pozo del abismo y subió del pozo una humareda como la humareda de un gran horno. El sol y el aire quedaron oscurecidos por el humo del pozo.

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Apocalipsis 9:2
16 Tagairtí Cros  

Cuando el sol se puso y se hizo de noche, apareció un horno humeante y una antorcha de fuego que pasó entre las mitades de los animales.


Echó una mirada hacia Sodoma y Gomorra, y hacia todo el valle, y vio que del suelo subía mucho humo, como si se tratara de una gran hoguera.


Todo el monte estaba cubierto de humo, porque Dios había bajado en forma de fuego. El monte humeaba como si fuese un horno y retumbaba fuertemente.


¡Gritad de dolor, ciudades filisteas temblad llenas de miedo! Porque del norte llega un ejército como un negro nubarrón, y todos sus soldados están listos para la batalla.


Quien no se incline para adorar la estatua, será arrojado de inmediato a un horno encendido.


Ante ellos tiemblan el cielo y la tierra, se oscurecen el sol y la luna, y pierden su brillo las estrellas.


Será un día de gran oscuridad, un día de nubes y de sombras. Un ejército grande y poderoso se despliega sobre los montes, como la aurora al amanecer. No hubo antes, ni habrá después, otro ejército que se le parezca.


Haré maravillas arriba en el cielo, y prodigios abajo en la tierra. Habrá también sangre, fuego y una gran humareda.


El humo del fuego que lo atormentará nunca dejará de subir; ni de día ni de noche habrá descanso para los que adoran al monstruo y a su estatua y se han dejado poner la marca de su nombre.


El quinto ángel vació su copa sobre el trono en el que se sentaba el monstruo y su reino quedó en la oscuridad. La gente se mordía la lengua de dolor, porque las llagas le hacían sufrir mucho. Pero ni aun así dejaron de hacer el mal, sino que siguieron maldiciendo al Dios que vive en el cielo, a causa del dolor que sentían.


El cuarto ángel tocó la trompeta y la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas quedó dañada y dejó de alumbrar. Una tercera parte de ellos quedó a oscuras, de modo que la tercera parte del día permaneció en tinieblas y lo mismo pasó con la noche.


El quinto ángel tocó la trompeta y vi una estrella que había caído del cielo a la tierra. A ella se le dio la llave que abre las puertas del Abismo profundo.


Su jefe es el ángel del Abismo que en hebreo se llama Abadón y en griego se llama Apolión, es decir, «Destructor».


Los soldados que vi montados a caballo llevaban, en su pecho, una armadura de metal roja como el fuego, azul como el zafiro y amarilla como el azufre. Los caballos tenían cabeza como de león y de sus bocas salía fuego, humo y azufre.


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