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Amós 4:11 - Biblia Lenguaje Básico

11 A muchos de vosotros os destruí como destruí a las ciudades de Sodoma y de Gomorra. ¡Parecíais brasas recién sacadas del fuego! Pero a pesar de eso, no os arrepentisteis. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.

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Biblia Reina Valera 1960

11 Os trastorné como cuando Dios trastornó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón escapado del fuego; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 «Destruí algunas de sus ciudades, así como destruí Sodoma y Gomorra. Ustedes que sobrevivieron parecían tizones rescatados del fuego; pero aun así, no se volvieron a mí», dice el Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Los he estremecido como estremecí a Sodoma y Gomorra, y quedaron ustedes como un tizón sacado del fuego. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí, palabra de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Os destruí como ’Elohim destruyó a Sodoma y a Gomorra, Y fuisteis como un tizón salvado del fuego, Pero no os volvisteis a mí, dice YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Os derribé como Dios derribó a Sodoma y a Gomorra, y fuisteis como tizón sacado del incendio, pero no habéis vuelto a mí -oráculo de Yahveh-.

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Amós 4:11
24 Tagairtí Cros  

Ahora escúchame bien, Babilonia: tú eres una ciudad bella y poderosa, ¡eres el orgullo del pueblo caldeo! Pero yo soy el Dios todopoderoso, y te voy a destruir como destruí las ciudades de Sodoma y Gomorra.


Allí dirás al rey lo siguiente: «Ten cuidado, pero no te asustes; el rey Resín y el rey Pécaj están furiosos, pero no les tengas miedo, pues no son más que un fuego que solo echa humo y pronto se apaga.


El Dios todopoderoso castigó a su pueblo, pero este no se arrepintió, ni buscó su ayuda.


Pero los profetas de Jerusalén son aún peores que ellos; no solo me son infieles, sino que viven en la mentira y ayudan a los malvados. No hay uno solo de ellos que quiera cambiar su conducta. ¡Son peores que la gente de Sodoma y de Gomorra!


Quedarás como Sodoma y Gomorra y las ciudades de alrededor. ¡Nadie volverá a vivir en ti!


Pues bien, Dios de Israel, yo sé que tú buscas gente honesta; pero este pueblo es muy terco, es más duro que una roca y no ha querido arrepentirse. Por eso lo has castigado, pero parece que no le dolió; y aunque lo has aplastado, no ha querido hacerte caso.


Tú, Jerusalén, eres como una olla oxidada. Tienes tan pegado tu pecado, que aunque quise limpiarte no has quedado limpia. Solo quedarás limpia después de que te haya castigado.


No quisiste volver a mí; no quisiste dejar tu mala conducta. Por eso te castigaré y volverás a ser esclavo en Egipto; por eso Asiria te dominará.


Israelitas, yo no puedo abandonaros. No sería capaz de hacerlo. No podría destruiros, como destruí a la gente malvada de Adamá y Seboín. ¡Mi gran amor por vosotros no me lo permite!


Yo hice que pasarais hambre en todos vuestros pueblos y ciudades, pero a pesar de eso no os arrepentisteis. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Esto os sucedía porque yo enviaba plagas y granizo para destruir el fruto de vuestro trabajo. A pesar de todo, no os convertisteis a mí. Yo soy el Dios de Israel y cumpliré mi palabra.


Y, como el mismo Isaías dijo: Si el Dios todopoderoso no hubiera salvado a unos pocos, ahora mismo habríamos sido destruidos como las ciudades de Sodoma y Gomorra.


en cambio, si no pasa esa prueba, lo perderá todo, aunque él se salvará como si escapara del fuego.


En vez de lluvia, Dios enviará polvo y arena hasta destruirlo todo.


Todo el mundo preguntará: «¿Por qué Dios castigó así a este país? ¿Qué hizo que se indignara tanto?».


Además, Dios castigó a los que vivían en las ciudades de Sodoma y Gomorra: el fuego los abrasó hasta dejarlos reducidos a cenizas; de este modo servirían de ejemplo de lo que les pasaría a los malvados que vendrían después.


Salvad a quienes necesitan ser arrancados del fuego del infierno, teniendo compasión de ellos, pero con mucho cuidado de no hacer el mismo mal que ellos hacen.


Algo parecido les sucedió también a los que vivían en Sodoma y Gomorra y en las ciudades cercanas. Los que vivían allí pecaron y practicaron todo tipo de relaciones sexuales prohibidas. Por eso Dios los castigó y los arrojó al fuego que nunca se apaga; allí sufrirán un castigo que deberá servir de advertencia para los demás.


El resto de la gente, es decir, los que no murieron a causa del fuego, el humo y el azufre, no dejaron de hacer el mal, ni dejaron de adorar a los demonios y a las imágenes de dioses falsos. Al contrario, siguieron adorando esas imágenes de piedra, de madera y de oro, plata y bronce, imágenes que no pueden ver, ni oír, ni caminar.


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