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2 Samuel 22:7 - Biblia Lenguaje Básico

7 Lleno de angustia llamé a mi Dios, y él me escuchó desde su Templo; ¡mi oración llegó hasta sus oídos!

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Biblia Reina Valera 1960

7 En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios; Él oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó a sus oídos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Pero en mi angustia, clamé al Señor; sí, clamé a Dios por ayuda. Él me oyó desde su santuario; mi clamor llegó a sus oídos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 y en mi angustia clamé a Yavé, le grité a mi Dios. Mi grito llegó hasta su presencia, desde su templo escuchó mi voz.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 En mi angustia invoqué a YHVH, Sí, invoqué a mi Dios, y oyó mi voz desde su morada, Y mi clamor llegó a sus oídos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 En mi aprieto yo clamo al Señor, a mi Dios elevo el grito, y él escucha mi voz desde su templo mi clamor alcanza a sus oídos.

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2 Samuel 22:7
16 Tagairtí Cros  

Llenos de angustia, oraron a Dios y él los libró de su angustia.


Entonces supliqué a Dios: «Salva, Dios mío, mi vida».


Cántico para las peregrinaciones. Dios mío, cuando me siento angustiado, te llamo y tú me respondes.


Me vi atrapado por la muerte, me vi al borde de la tumba.


Solo una cosa te pido, Dios mío, solo una cosa deseo: que me dejes vivir en tu Templo todos los días de mi vida para contemplar tu hermosura cuidando de tu Templo.


Los que a él acuden se llenan de alegría y jamás quedan defraudados.


Pero Dios siguió diciéndole: —Yo sé muy bien que mi pueblo Israel está sufriendo mucho en Egipto. He escuchado sus gritos pidiéndome ayuda y he visto cómo los egipcios los maltratan.


Me arrojaste a lo más hondo del mar. Solo agua veía yo por todos lados; grandes olas me envolvían por completo.


Creí que ya nunca saldría del fondo del mar ni que escaparía del reino de los muertos. Pero tú, Dios mío, me salvaste la vida.


Pero yo estoy en mi santo Templo; ¡ante mí debe callar toda la tierra!


Jesús sufría mucho, pero oraba con más fuerza que antes. Su sudor caía al suelo como grandes gotas de sangre].


Cuando Cristo estuvo aquí en el mundo, oró mucho a Dios, y con lágrimas le rogó que lo librara de la muerte, pues Dios tenía poder para hacerlo. Y como Cristo siempre fue obediente, Dios escuchó su oración.


No habéis pagado el sueldo a los trabajadores que segaron vuestros campos y el Señor todopoderoso ha oído sus protestas. Ese dinero que no habéis pagado también os acusará delante de Dios.


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