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2 Samuel 15:32 - Biblia Lenguaje Básico

32 Cuando llegaron a lo alto de la montaña, donde había un lugar de culto a Dios, Jusay el arquita, salió al encuentro de David. Iba con la ropa toda desgarrada, y se había echado tierra en la cabeza para mostrar su tristeza.

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Biblia Reina Valera 1960

32 Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, he aquí Husai arquita que le salió al encuentro, rasgados sus vestidos, y tierra sobre su cabeza.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

32 Al llegar David a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, Husai el arquita lo estaba esperando. Husai había rasgado sus ropas y había echado polvo sobre su cabeza en señal de duelo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

32 Cuando David llegó a la cumbre, allí donde se adora a Dios, vio que venía a su encuentro uno de sus familiares, Jusaí el arquita, quien llevaba rota su túnica y la cabeza cubierta de polvo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

32 Y ocurrió que cuando David llegó a la cumbre del monte donde solía postrarse ante ’Elohim, he aquí Husai arquita le salió al encuentro con la túnica rasgada y tierra sobre su cabeza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

32 Cuando llegó David a la cumbre donde se adoraba a Dios, salió a su encuentro Jusay, amigo de David, con la túnica rasgada y cubierta de polvo la cabeza.

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2 Samuel 15:32
20 Tagairtí Cros  

Pero al verse en la calle, se echó ceniza sobre la cabeza y rasgó su vestido para demostrar su vergüenza. Luego se fue llorando y gritando por todo el camino, con las manos sobre la cabeza.


Cuando David terminó de traspasar la cumbre del monte, le salió al encuentro un criado de Mefibóset llamado Sibá. Llevaba dos burros cargados con doscientos panes, cien tortas de uvas pasas, cien frutas maduras y un recipiente de cuero lleno de vino.


Mientras tanto, Absalón, Ajitófel y sus muchos seguidores entraron en Jerusalén.


No obstante, Absalón mandó llamar a Jusay, el arquita, para saber lo que pensaba.


Baaná, hijo de Jusay: gobernador de las regiones de Aser y Zabulón.


No me asustan los muchos enemigos que me tienen acorralado.


¡Llámame cuando tengas problemas! Yo vendré a liberarte, y tú proclamarás mi grandeza».


Cuando me llame, le responderé y estaré con él en su angustia; lo libraré y lo llenaré de honores,


Cuando llegó cerca de los pueblos de Betfagé y Betania, se detuvo al pie del monte de los Olivos. Allí dijo a dos de sus discípulos:


De Betel pasaba por Atarot, donde vivían los arquitas.


Ese mismo día, un hombre de la tribu de Benjamín escapó de la batalla y llegó corriendo a Siló. Había rasgado su ropa y se había echado polvo sobre la cabeza en señal de luto. Cuando entró en la ciudad y le contó a la gente lo que había pasado, todos empezaron a llorar a gritos. El sacerdote Elí era ya un anciano de noventa y ocho años, y se había quedado ciego. Estaba sentado en una silla, junto al camino. Esperaba saber, con ansias y temor, qué había pasado con el Arca del pacto de Dios. Cuando oyó el griterío, preguntó: —¿Por qué hay tanto alboroto?


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