Ezequías mandó entonces un mensajero a Laquis, donde estaba el rey de Asiria, con el siguiente mensaje: —Hice mal en negarme a pagarte los impuestos. Retírate de mi país, y te pagaré lo que me pidas. Entonces Senaquerib exigió a Ezequías un impuesto de nueve mil novecientos kilos de plata y novecientos noventa kilos de oro.