2 Crónicas 26:16 - Biblia Lenguaje Básico16 Ozías llegó a tener tanta fama y poder que se volvió muy orgulloso, y fue precisamente su orgullo lo que causó su ruina. Llegó a tal punto que un día entró en el Templo y quiso quemar incienso en el altar, algo que solo estaba permitido a los sacerdotes. Féach an chaibidilTuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 196016 Mas cuando ya era fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso en el altar del incienso. Féach an chaibidilBiblia Nueva Traducción Viviente16 Pero cuando llegó a ser poderoso, Uzías también se volvió orgulloso, lo cual resultó en su ruina. Pecó contra el Señor su Dios cuando entró al santuario del templo del Señor y personalmente quemó incienso sobre el altar del incienso. Féach an chaibidilBiblia Católica (Latinoamericana)16 Pero una vez fortalecido en su poder, se puso muy orgulloso hasta corromperse; desobedeció a Yavé, su Dios, entrando en el templo de Yavé para quemar incienso sobre el altar del incienso. Féach an chaibidilLa Biblia Textual 3a Edicion16 Sin embargo, cuando llegó a ser fuerte, su corazón se enalteció hasta corromperse,° y fue infiel a YHVH su Dios, pues llegó a entrar en la Casa de YHVH para quemar incienso sobre el altar del incienso. Féach an chaibidilBiblia Serafín de Ausejo 197516 Pero al sentirse fuerte, se ensoberbeció su corazón hasta corromperse. Prevaricó contra Yahveh, su Dios, pues entró en el templo de Yahveh para quemar incienso sobre el altar del incienso. Féach an chaibidil |
Cuando Roboán consolidó y afianzó su reino, él y todo el pueblo de Israel dejaron de obedecer la ley de Dios. Por esa razón, cuando Roboán llevaba cinco años reinando, Dios permitió que Sisac, rey de Egipto, atacara Jerusalén. Sisac tenía un ejército de mil doscientos carros de combate y sesenta mil jinetes; además, venían con él soldados libios, suquitas y etíopes, en tal cantidad que no se podían contar. El faraón fue conquistando, una tras otra, las ciudades y fortalezas de Judá, y finalmente llegó hasta Jerusalén. Los principales jefes de Judá se habían reunido allí con Roboán ante el ataque de Sisac, y fue entonces cuando el profeta Semaías les dijo: —Esto es lo que os dice Dios: «Puesto que vosotros os olvidasteis de mí, ahora yo os abandono a vosotros y os dejo bajo el poder de Sisac». Entonces los jefes y el rey reconocieron con humildad su maldad y confesaron: «¡El castigo de Dios es justo!». Cuando Dios vio que habían reconocido con humildad su pecado, les mandó este nuevo mensaje por medio de Semaías: —Como habéis sido humildes, no dejaré que Sisac destruya Jerusalén, sino que en breve tiempo os liberaré de su poder. Sin embargo, para que comprobéis la diferencia que hay entre servirme a mí, o a los reyes de este mundo, por algún tiempo estaréis sometidos al rey de Egipto.
Coré era un levita de la familia de Queat, y su padre se llamaba Izhar. Coré tenía tres amigos: Datán y Abirán, que eran hijos de Eliab, y On, hijo de Pélet; todos ellos pertenecían a la tribu de Rubén. Ninguno de ellos quería que Moisés fuera su jefe, y a ellos se les unieron otros doscientos cincuenta jefes israelitas que actuaban como consejeros de la comunidad y eran muy respetados por todos.