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1 Timoteo 5:10 - Biblia Lenguaje Básico

10 También debe ser conocida por sus buenas obras. Por ejemplo, tiene que haber criado bien a sus hijos y a sus hijas, haber recibido bien a quienes visitaron su casa, haber atendido con amor a los miembros de la comunidad, y haber ayudado a los que sufren. Es decir, en esa lista deben estar las que hayan hecho toda clase de bien.

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Biblia Reina Valera 1960

10 que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Debe ser alguien que se haya ganado el respeto de todos por el bien que haya hecho. ¿Crio bien a sus hijos? ¿Fue amable con los extranjeros y sirvió con humildad a otros creyentes? ¿Ha ayudado a los que están en dificultades? ¿Ha estado siempre dispuesta a hacer el bien?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 y recomendada por sus buenas obras: si educó a sus hijos, dio hospitalidad, sirvió humildemente a los santos y socorrió a los que sufren. En pocas palabras, que se haya dedicado a hacer el bien.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 aprobada por buenas obras: Si crió hijos, si mostró hospitalidad, si lavó los pies de los santos, si socorrió a los afligidos, si se dedicó° a toda buena obra.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 que dé pruebas de su buena conducta, o sea, haber educado a los hijos, haber dado hospitalidad, haber lavado los pies a los fieles, haber asistido a los atribulados, haberse ejercitado en toda suerte de buenas obras.

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1 Timoteo 5:10
42 Tagairtí Cros  

Voy a ordenar que os traigan un poco de agua para que os lavéis los pies y podáis descansar bajo este árbol.


y les dijo: —Señores, os ruego que aceptéis venir a mi casa. Allí podréis lavaros los pies y pasar la noche; mañana podréis seguir vuestro camino. Pero ellos le dijeron: —Muchas gracias, pero vamos a pasar la noche en la plaza.


El mayordomo lo acompañó y, una vez en la casa, Labán les dio agua a él y a sus acompañantes para que se lavaran los pies. A los camellos les quitaron la carga y les dieron de comer.


y a todos ellos los invitó a entrar en la casa de José; luego les proporcionó agua para que se lavaran los pies, y dio de comer a sus burros.


Tú has ordenado que tus mandamientos se cumplan al pie de la letra.


y aprended a hacer lo bueno! Ayudad al maltratado, tratad con justicia al huérfano, defended a la viuda.


Cuando algún israelita se quede en la miseria, deberéis ayudarlo como si se tratara de un inmigrante, para que pueda seguir viviendo con vosotros.


El que recibió dos mil monedas ganó otras dos mil.


De la misma manera, vuestra conducta debe ser como una luz que ilumine y, al ver las cosas buenas que hacéis, los demás alaben a Dios, vuestro Padre que está en el cielo.


La mujer entró, se arrodilló a sus pies, se echó a llorar de manera que sus lágrimas caían sobre los pies de Jesús. Después los secó con sus propios cabellos, los besó y puso en ellos el perfume que llevaba.


Luego Jesús miró a la mujer y dijo a Simón: —¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para lavarme los pies. Ella, en cambio, me los ha lavado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.


Ellos respondieron: —Nos envía el capitán Cornelio, que es un hombre bueno y adora al verdadero Dios. Todos los judíos lo respetan mucho. Un ángel del Señor se le apareció y le dijo: «Haz que Pedro venga a tu casa, y escucha bien lo que va a decirte».


Allí había un hombre llamado Ananías, que cumplía fielmente la ley de Moisés. La gente de Damasco hablaba muy bien de él.


Por eso elegid con cuidado a siete hombres, para que se encarguen de ese trabajo. Tienen que ser personas muy respetadas y que estén llenas de sabiduría y del Espíritu Santo.


En Jope vivía una discípula de Jesús llamada Tabita. Su nombre griego era Dorcas, que significa «Gacela». Tabita se dedicaba a los demás y ayudaba mucho a los necesitados.


De inmediato, Pedro se fue a Jope con ellos. Al llegar, lo llevaron donde estaba el cuerpo de Tabita. Muchas viudas se acercaron llorando a Pedro, y le mostraban los vestidos y los mantos que Tabita les había hecho cuando aún vivía.


Compartid lo que tengáis con los creyentes. Recibid en vuestros hogares a los que vengan de otras ciudades y países.


Nosotros somos creación de Dios. Por nuestra unión con Jesucristo nos creó para que vivamos haciendo el bien, lo que Dios ya había planeado de antemano.


Así podréis vivir de acuerdo con lo que el Señor quiere, y él estará contento con vosotros, porque haréis toda clase de cosas buenas y conoceréis mejor cómo es Dios.


Al contrario, que se adornen con sus buenas acciones, como se espera de las mujeres que se consideran creyentes.


Pero debe ser alguien a quien no se le pueda acusar de nada malo. Debe tener una sola esposa, controlar todos sus deseos, y pensar dos veces lo que va a hacer. Debe comportarse correctamente, recibir con gusto en su hogar a los visitantes, y saber enseñar.


Por último, debe contar con el respeto de la gente que no cree en Jesucristo, para que no sea desacreditado ante ellos ni caiga en alguna trampa del diablo.


Si una mujer cree en Jesucristo y en su familia hay alguna viuda, debe ayudarla. De este modo la comunidad tendrá una responsabilidad menos y podrá ayudar a las viudas que realmente lo necesiten.


Lo mismo pasa con las buenas acciones. Algunas se ven con facilidad, pero otras no; sin embargo, ninguna de ellas quedará oculta.


Mándales que hagan el bien, que se hagan ricos en buenas acciones. Recuérdales que deben dar y compartir lo que tienen.


Recuerdo que tu abuela Loida y tu madre Eunice creyeron sinceramente en Dios y estoy seguro de que también tú tienes esa misma fe.


Algo parecido pasa con nosotros: si dejamos de hacer lo malo y nos olvidamos de las falsas enseñanzas, seremos como esos objetos que son muy especiales. Toda nuestra vida será útil a Dios, que es su dueño, y estaremos preparados para hacer toda clase de bien.


Recuerda que desde niño has leído las sagradas Escrituras y que sus enseñanzas pueden hacerte sabio y conducirte a la salvación por medio de la fe en Jesucristo.


De ese modo, los servidores de Dios estarán completamente entrenados y preparados para hacer el bien.


Él quiso morir para rescatarnos de todo lo malo y para purificarnos de nuestros pecados, haciendo de nosotros su pueblo, un pueblo deseoso de hacer el bien.


Tú mismo tienes que ser un buen ejemplo en todo. Enséñales a hacer el bien y, cuando lo hagas, hazlo con seriedad y honestidad.


Recuerda a todos que deben hacer lo que manden los gobernantes y las autoridades del país. Recuérdales también que deben ser obedientes en todo y estar siempre dispuestos a hacer el bien.


Los nuestros deben aprender a hacer el bien, sobre todo cuando sea más necesario: de este modo se convertirán en personas útiles.


Esto es verdad y quiero que insistas en enseñarlo, para que los que creen en Dios se dediquen con entusiasmo a practicar el bien. Estas cosas son buenas y ayudan a todos.


Tratemos de ayudarnos unos a otros y procuremos amarnos y hacer el bien.


No os olvidéis de recibir bien a los que lleguen a vuestras casas, pues de ese modo, algunos, sin darse cuenta, recibieron ángeles en su casa.


Portaos bien cuando estéis con gente que no cree en Dios. Así, aunque ahora esa gente hable mal de vosotros, como si fuerais unos malvados, luego verá el bien que hacéis y alabará a Dios el día en que él pida cuentas a todos.


Recibid con cariño en vuestra casa a los demás sin hablar mal de nadie.


Todos hablan bien de Demetrio, y su comportamiento nos demuestra que dicen la verdad. También nosotros hablamos bien de él, y tú sabes que nuestro testimonio es verdadero.


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