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1 Timoteo 1:17 - Biblia Lenguaje Básico

17 ¡Alabemos y honremos siempre al Rey eterno, al Dios único e invisible, que vive por siempre! Amén.

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Biblia Reina Valera 1960

17 Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible, al único y sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 ¡Que todo el honor y toda la gloria sean para Dios por siempre y para siempre! Él es el Rey eterno, el invisible que nunca muere; solamente él es Dios. Amén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Al Rey de los siglos, al Dios único que vive más allá del tiempo y de lo que se ve, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 Por tanto, al Rey de los siglos, inmortal, invisible y único° Dios, sean honor y gloria por los siglos de los siglos, amén.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 ¡Al rey de los siglos, inmortal, invisible, único Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén!

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1 Timoteo 1:17
48 Tagairtí Cros  

¡Dios mío, a ti te pertenecen la grandeza y el poder, la gloria, el dominio y la majestad! Porque todo lo que existe es tuyo. ¡Tú reinas sobre todo el universo!


Tú, Dios mío, reinas para siempre y escuchas la oración de los humildes. Tú defiendes a los huérfanos y a los que son maltratados; tú los animas y les prestas atención. Pero a los que no te reconocen los echarás de tu tierra para que nadie en este mundo vuelva a sembrar el terror.


¡Bendito sea ahora y por siempre el Dios de Israel! Que todo el pueblo diga: «Amén». ¡Aleluya!


Tu reino siempre permanecerá, tu poder dura eternamente.


Tú siempre me sostendrás y me mantendrás en tu presencia, porque soy inocente.


Poema compuesto por la familia de Coré. Canto de amor. Instrucciones para el director del coro: este poema deberá cantarse con la melodía titulada «Los lirios».


Con tus flechas afiladas haces que se rindan ante ti los pueblos y que el ánimo de tus enemigos desfallezca.


Tan grande es tu amor que llega hasta los cielos; tan constante tu fidelidad que sobrepasa las nubes.


Desde siempre y hasta siempre, desde antes de que crearas las montañas, la tierra y el universo, tú eres Dios.


Pero tú, nuestro Dios, eres el Dios verdadero; ¡Tú nos das vida y reinas por siempre! Cuando te enfadas, tiembla la tierra; ¡no hay nación que resista tu furia!


Sin embargo, en esos días el Dios del cielo enviará a un rey que reinará para siempre y al que nadie podrá vencer. Será él quien reinará para siempre destruyendo a los otros reinos.


Por eso alabo y adoro al Rey del cielo, pues todo lo que hace está bien hecho. Él es un Dios justo, que humilla a los que son orgullosos.


Ese hombre recibió honra y poder para reinar sobre todo el mundo. Pude ver que le obedecían por todos los pueblos y naciones. Su poder será siempre el mismo y nunca tendrá fin; su reino jamás será destruido.


Dios nos va a abandonar, pero cuando nazca ese rey, los que hayan quedado con vida se reunirán con los demás israelitas.


¡Maldito sea el que me prometa uno de sus mejores animales y luego me presente un animal defectuoso! ¡Yo soy el gran Rey y todas las naciones me respetan!». Así os lo aseguro yo mismo que soy el Dios todopoderoso.


Entonces yo, el Rey, diré a los buenos: «¡Mi Padre os ha bendecido! ¡Venid, participad del reino que mi Padre os tiene preparado desde antes de la creación del mundo!


Enseñadles a cumplir todo lo que yo os he enseñado. Y sabed que estaré siempre con vosotros, hasta el fin del mundo.


No nos dejes caer en tentación y líbranos del maligno».


¡Cómo vais a creerme, si solo os gusta que hablen bien de vosotros, y no buscáis el honor que viene del Dios único!


En efecto, por medio de lo que Dios ha creado, todos podemos conocerlo, y también podemos ver su poder. Así que esa gente no tiene excusa,


En lugar de adorar al único y poderoso Dios, que vive para siempre, adora a ídolos que ellos mismos se han hecho: ídolos con forma de seres humanos, mortales al fin y al cabo, o con forma de pájaros, de animales de cuatro patas y de serpientes.


En realidad, todo fue creado por Dios; todo existe por él y para él. Así que, ¡alabémosle por siempre! Amén.


Alabemos por siempre a ese Dios, el único sabio, a través de Jesucristo. Amén.


A los que hayan hecho el bien, Dios les dará un lugar muy especial, y también honor y paz; en primer lugar, a los judíos, pero también a los que no son judíos.


a los que hicieron lo bueno esperando recibir de parte de Dios reconocimiento, les dará honor y vida eterna, dejándolos vivir para siempre con él.


Cristo es imagen del Dios invisible, el Hijo primero de toda la creación.


Moisés tuvo fe en Dios y, por eso, sin miedo al faraón, se mantuvo firme y salió de Egipto, actuando como si estuviera viendo a Dios, que es invisible.


¡Nos creaste casi iguales que a los ángeles! Nos llenaste de gloria y poder,


¡Que Dios reine con poder por siempre! Amén.


Que la gracia y el conocimiento que tenéis de nuestro Señor Jesucristo crezca cada vez más en vosotros. ¡A él le corresponde la gloria ahora y siempre! Amén.


Nadie ha visto nunca a Dios; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y su amor se hace completamente real en nosotros.


Al Dios único, que es nuestro Salvador, corresponde la gloria, la majestad, el poder y la autoridad. Así se lo reconocemos por medio de Jesucristo, el Señor, ahora y por siempre. Amén.


y acompañándose con ellas cantaban el canto de Moisés dedicado al Cordero. Decían: —Señor, Dios todopoderoso, todo lo que tú haces es grande y maravilloso. Tú eres el Rey del mundo, todo lo que haces es justo y correcto.


Después, el monstruo y los diez reyes lucharán contra el Cordero, pero el Cordero los vencerá porque es el Señor más grande y el Rey más poderoso. Con él estarán también sus seguidores, los creyentes a quienes él ha llamado y elegido.


Después de esto, me pareció escuchar en el cielo las fuertes voces de una multitud de personas que cantaban: —¡Aleluya! Nuestro Dios es poderoso y nos ha salvado; a él le pertenecen el poder y la gloria,


En su manto y sobre el muslo, llevaba escrito este título: «Rey de reyes y Señor de señores».


Entonces me pareció oír las voces de una gran multitud. Era como el sonido de cataratas y el retumbar de fuertes truenos. Decían: —¡Aleluya! El Señor todopoderoso, nuestro Dios, ha comenzado a reinar.


diciendo: —Debemos alabar a nuestro Dios y admirar su fama y su sabiduría, su poder y su fortaleza. Demos a nuestro Dios gracias y honor por siempre. ¡Amén!


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