Cada día David tenía más y más poder, pues Dios todopoderoso lo ayudaba. David sabía que Dios le había dado ese poder, y que lo había hecho rey de Israel por amor a su pueblo. Jirán, el rey de Tiro, envió mensajeros a David y con ellos envió expertos en trabajar con madera y piedra. Le envió también madera de cedro para que le hicieran a David un palacio en Jerusalén.