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1 Reyes 2:23 - Biblia Lenguaje Básico

23 Y el rey Salomón hizo este juramento: —Que Dios me castigue para siempre si Adonías no muere por haberme hecho esa petición.

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Biblia Reina Valera 1960

23 Y el rey Salomón juró por Jehová, diciendo: Así me haga Dios y aun me añada, que contra su vida ha hablado Adonías estas palabras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Entonces el rey Salomón hizo un juramento delante del Señor diciendo: —Que Dios me hiera e incluso me mate si Adonías no ha sellado su destino con esta petición.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Entonces el rey Salomón juró por Yavé: '¡Que Dios me maldiga una y otra vez si Adonías no paga con su vida esa palabra que ha dicho!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Y el rey Salomón juró por YHVH diciendo: ¡Así me haga ’Elohim y aun me añada, si Adonías no habló este asunto contra su propia vida!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Y el rey Salomón juró por Yahveh: '¡Esto me haga Dios y esto otro me añada si a Adonías no le cuestan la vida estas palabras!

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1 Reyes 2:23
14 Tagairtí Cros  

y pedía con insistencia a David que comiera algo, mientras aún era de día. Pero David les respondió: —No comeré nada antes de que anochezca. Que Dios me castigue si lo hago.


¡Pues que Dios me castigue si no hago que se cumpla la promesa de Dios a David! Porque Dios le prometió


Entonces Jezabel mandó un mensajero a decirle a Elías: —Te voy a matar como tú hiciste con los profetas de Baal. Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana, a esta misma hora, no estás muerto.


Al recibirla, Benadad le mandó a decir a Ajab: —Voy a destruir la ciudad de Samaría, y que los dioses me castiguen sin piedad si no reduzco completamente a polvo la ciudad.


El rey dijo: —¡Hoy mismo le voy a cortar la cabeza a Eliseo, hijo de Safat! ¡Que Dios me castigue si no lo hago!


Dios mío, no permitas que los malvados se salgan con la suya; no permitas que triunfen sus planes.


Pero cuando menos lo esperen, Dios los atravesará con sus flechas


Cuando el rey se enfurece es como un león que ruge; quien provoca su furor, pone en peligro su vida.


Cuando el sabio habla, a todos les cae bien; cuando el tonto abre la boca, provoca su propia ruina.


El rey le respondió: «Eres un mal empleado. Tus propias palabras te condenan. Si sabías que soy un hombre duro, que exijo lo que no he dado y cosecho donde no he sembrado,


Donde tú mueras moriré, y allí mismo seré enterrada. Que Dios me castigue si te abandono, pues nada podrá separarnos; ¡nada, ni siquiera la muerte!


Saúl le contestó: —¡Jonatán, que Dios me castigue duramente si no mueres!


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