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Nehemías 8:3 - Biblia Version Moderna (1929)

3 y leyó en él delante de la plaza que está al frente de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el medio día, delante de los hombres y las mujeres y los niños que tenían inteligencia; y los oídos del pueblo estaban atentos al Libro de la Ley.

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Biblia Reina Valera 1960

3 Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Se puso frente a la plaza, justo dentro de la entrada de la puerta del Agua, desde temprano por la mañana hasta el mediodía y leyó en voz alta a todos los que podían entender. Todo el pueblo escuchó atentamente la lectura del libro de la ley.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Estuvo leyendo el libro desde la mañana hasta el mediodía, frente a los hombres, mujeres y niños en edad de comprender que estaban reunidos en la plaza delante de la puerta de las Aguas. Todo el pueblo prestaba mucha atención al libro de la Ley.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Y delante de la plaza que está frente a la puerta de las Aguas, leyó en él desde el amanecer hasta el mediodía, en presencia de los hombres y de las mujeres que podían entender, y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al Rollo de la Ley.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Desde el alba hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro en la plaza que hay delante de la puerta de las Aguas en presencia de los hombres, de las mujeres y de todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo tenía los oídos atentos al libro de la ley.

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Nehemías 8:3
25 Tagairtí Cros  

éstos se unieron estrechamente con sus hermanos, los nobles, y entraron en una imprecación y en un juramento, que andarían en la ley de Dios, que fué dada por conducto de Moisés, siervo de Dios; y que guardarían todos los mandamientos de Jehová nuestro Señor, y sus leyes, y sus estatutos;


EN aquel día, leyendo en el Libro de Moisés a oídos del pueblo, se halló escrito en él que el Ammonita y el Moabita no habían de entrar jamás en la Congregación de Dios;


ENTONCES se reunió todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está al frente de la puerta de las Aguas; y dijeron a Esdras, escriba, que trajese el Libro de la Ley de Moisés, que Jehová había prescrito a Israel.


Y se leyó en el Libro de la Ley de Dios de día en día, desde el día primero hasta el día postrero. Y así celebraron la fiesta por siete días; y al octavo día fué la asamblea más solemne, conforme al reglamento.


Y el escriba Esdras se puso en pie sobre un púlpito de madera que habían hecho para este fin; y estaban junto a él Matitías, y Sema, y Anaya, y Urías, y Helcías, y Maasías, a su derecha; y a su izquierda Pedaya, y Misael, y Malquías, y Hasum, y Hasbadana, Zacarías y Mesullam.


Entonces Esdras abrió el libro, a vista de todo el pueblo (porque estaba elevado sobre todo el pueblo); y luego que lo abrió, todo el pueblo se puso en pie.


Así que David mismo le llama Señor: ¿de dónde, pues, es su hijo? Y la gente llana le oía con gusto.


y no podían hallar cosa alguna que pudieran hacer; porque todo el pueblo estaba pendiente de sus labios, escuchándole.


Mirad, pues, cómo oís; porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que parece tener le será quitado.


Y después de la lectura de la Ley y de los Profetas, los jefes de la sinagoga enviaron a ellos, diciendo: Varones hermanos, si tenéis alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.


Porque los que habitan en Jerusalem y sus gobernantes, por cuanto no le conocieron a él, ni las palabras de los profetas que cada sábado son leídas, las han cumplido, condenándole.


Porque Moisés, desde siglos antiguos, tiene en cada ciudad quienes lo prediquen, siendo leído cada sábado en las sinagogas.


Y cierta mujer llamada Lidia, traficante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, mujer religiosa, estaba escuchando: cuyo corazón abrió el Señor, para que atendiese a las cosas dichas por Pablo.


Éstos eran más nobles que los de Tesalónica; pues que recibieron la palabra con la mayor prontitud, examinando las Escrituras diariamente para ver si estas cosas eran realmente así.


Luego volvió a subir, y partiendo el pan, comió, y habló largamente, hasta el amanecer; y así se marchó.


¶Y el primer día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan, Pablo les predicaba, habiendo de marchar al día siguiente, y alargó su discurso hasta la media noche.


¶Y habiéndole señalado un día, vinieron a él en gran número, a su alojamiento; a los cuales expuso la materia, testificando ardorosamente respecto del reino de Dios, y persuadiéndoles respecto de Jesucristo, sacando sus pruebas así de la Ley de Moisés como de los Profetas, desde por la mañana hasta la tarde.


¶Y escribió Moisés esta ley, y dióla a los sacerdotes, hijos de Leví, que llevaban el Arca del Pacto de Jehová, y a todos los ancianos de Israel.


¶Y por esto también damos gracias sin cesar a Dios, de que cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis, no como palabra de hombres, sino según lo es verdaderamente, la palabra de Dios, que obra también en vosotros que creéis.


No hubo palabra de cuanto había mandado Moisés que no leyese Josué delante de toda la Congregación de Israel, juntamente con las mujeres y los niños, y el extranjero que habitaba en medio de ellos.


Quien tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.


Quien tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.


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