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Mateo 7:21 - Biblia Version Moderna (1929)

21 ¶No todo aquel que me dice: ¡Señor! ¡Señor! entrará en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de me Padre que está en los cielos.

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Biblia Reina Valera 1960

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

21 »No todo el que me llama: “¡Señor, Señor!” entrará en el reino del cielo. Solo entrarán aquellos que verdaderamente hacen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

21 No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

21 No todo el que me dice: '¡Señor, Señor!', entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo.

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Mateo 7:21
49 Tagairtí Cros  

Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano, y hermana, y madre.


Y Jesús respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo ha revelado carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.


¶Mirad que no tengáis en poco a uno de estos pequeñitos; porque yo os digo, que sus ángeles en los cielos ven de continuo el rostro de mi Padre que está en los cielos.


Otra vez os digo, que si dos de vosotros convinieren sobre la tierra respecto de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos.


y dijo: En verdad os digo que si no os volviereis y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.


Así también hará con vosotros mi Padre celestial, si de vuestro corazone no perdonáis cada uno a su hermano sus ofensas.


Y otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.


Y mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y fué cerrada la puerta.


Su señor le dijo:  ¡Muy bien, siervo bueno y fiel! en lo que es poco has sido fiel, sobre mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.


Y pasando un poco más adelante, cayó sobre su rostro, y oró, diciendo:  ¡Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa! mas no como yo quiero, sino como tú.


Se fué de nuevo, por segunda vez, y oró diciendo: ¡Padre mío, si esta copa no puede pasar, sin que yo la beba, hágase tu voluntad!


Porque aquel que hiciere la voluntad de Dios, este mismo es mi hermano, y hermana, y madre.


Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; te conviene entrar en el reino de Dios con un solo ojo, más bien que teniendo los dos ojos, ser echado al fuego del, infierno:


Mas él dijo: Antes, bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.


Una vez que se haya levantado el padre de familia, y haya cerrado la puerta, y comenzareis, estando fuera, a llamar a la puerta, diciendo: Señor, ábrenos; y él respondiendo, os dijere: No os conozco ni sé de dónde sois.


Más fácil es que pase un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.


¶¿Y por qué me decís: ¡Señor! ¡Señor! y no hacéis lo que yo digo?


Si me hubieseis conocido a mí, hubierais conocido a mi Padre también: y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.


El que me odia a mí, odia también a mi Padre.


Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo: A menos que el hombre naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.


Mas Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro.


Pues que ésta es la voluntad de mi Padre, que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.


Si alguno quisiere hacer su voluntad, conocerá de mi enseñanza, si es de Dios, o si hablo de parte de mí mismo.


confirmando las almas de los discípulos, y exhortándolos a que permaneciesen firmes en la fe, y enseñándoles que es necesario que por medio de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.


Y no os conforméis con este siglo, sino antes transformaos, por la renovación de vuestra mente; para que hagáis experiencia de cuál sea la buena, la acepta y la perfecta voluntad de Dios.


pues no los oidores de la ley son justos delante de Dios; mas los que cumplen la ley serán justificados.


no sirviendo al ojo, como los que procuran agradar a los hombres, sino antes, como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios;


Os saluda Epafras, que es uno de vosotros, siervo de Cristo, el cual se esfuerza siempre a favor vuestro, en sus oraciones, para que estéis firmes, siendo perfectos, y plenamente asegurados en toda la voluntad de Dios.


Porque ésta es la voluntad de Dios, es a saber, vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación;


En todo dad gracias a Dios; porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.


Profesan conocer a Dios; mas con sus hechos le niegan, siendo abominables, y desobedientes, y réprobos para toda buena obra.


os perfeccione en toda obra buena, para que hagáis su voluntad obrando en vosotros lo que sea acepto delante de él, por medio de Jesucristo a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.


De manera que, por cuanto queda todavía que algunos han de entrar en él, y aquellos a quienes fueron antes predicadas las buenas nuevas no entraron a causa de incredulidad; —


Mas sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores de ella, engañándoos a vosotros mismos.


Porque así es la voluntad de Dios, que vosotros, obrando lo que es bueno, hagáis enmudecer la ignorancia de los hombres insensatos:


a fin de que ya no viváis más tiempo en la carne para las concupiscencias de los hombres, sino según la voluntad de Dios.


(y las regirá con vara de hierro; como vasos de alfarero serán desmenuzados;) así como yo también la he recibido de mi Padre;


Bienaventurados aquellos que lavan sus ropas, para que tengan derecho de llegar al árbol de la vida, y que puedan entrar por las puertas en la ciudad.


El que venciere será así revestido de ropas blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, sino confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus santos ángeles.


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