4 Envió de nuevo otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he aparejado mi banquete, mis novillos y mis animales cebados han sido muertos, y todo está aparejado: venid a las bodas.
4 Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas.
4 »Entonces envió a otros sirvientes a decirles: “La fiesta está preparada. Se han matado los toros y las reses engordadas, y todo está listo. ¡Vengan al banquete!”.
4 De nuevo envió a otros servidores con orden de decir a los invitados: 'He preparado un banquete, ya hice matar terneras y otros animales gordos y todo está a punto. Vengan, pues, a la fiesta de la boda'.
4 Volvió a enviar a otros siervos, diciendo: Decid a los que han sido invitados: He aquí, he preparado mi banquete,° se han sacrificado° mis novillos y las reses cebadas, y todo está dispuesto: venid a la fiesta de bodas.
4 Volvió a enviar a otros criados con este encargo: 'Decid a los convidados: ya tengo preparado el banquete; he sacrificado mis terneros y reses cebadas, todo está a punto. Venid al banquete'.
antes bien, rehusaron escucharlos, ni se acordaron de tus maravillas que habías hecho con ellos; sino que endurecieron su cerviz, y en su rebelión se pusieron jefe, para volver a su antigua servidumbre. Tú empero eres Dios perdonador, clemente y misericordioso, lento en iras y abundante en bondad; por lo cual no los abandonaste.
¡HE venido a mi jardín, hermana mía, esposa mía; he cogido mi mirra con mi bálsamo; he comido mi panal con mi miel; he bebido mi vino con mi leche! ¡Comed, oh amigos, bebed, sí, bebed con largueza, mis bien amados!
mas recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo; y seréis mis testigos, así en Jerusalem como en toda la Judea y Samaria, y hasta los últimos confines de la tierra.
Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: Era necesario que la palabra de Dios fuese predicada primero a vosotros; pero ya que la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
El que ni aun a su propio Hijo perdonó, sino que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar también de pura gracia, todas las cosas juntamente con él?