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Mateo 21:31 - Biblia Version Moderna (1929)

31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen ellos: El primero. Jesús les dice:  En verdad os digo, que los publicanos y las rameras os van delante al reino de Dios.

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Biblia Reina Valera 1960

31 ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Jesús les dijo: De cierto os digo, que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 »¿Cuál de los dos obedeció al padre? Ellos contestaron: —El primero. Luego Jesús explicó el significado: —Les digo la verdad, los corruptos cobradores de impuestos y las prostitutas entrarán en el reino de Dios antes que ustedes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Ahora bien, ¿cuál de los dos hizo lo que quería el padre?' Ellos contestaron: 'El primero. Entonces Jesús les dijo: 'En verdad se lo digo: en el camino al Reino de los Cielos, los publicanos y las prostitutas andan mejor que ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 ¿Quién de los dos hizo la voluntad del padre? Dicen: El primero. Jesús les dice: De cierto os digo que los publicanos y las rameras van delante de vosotros al reino de Dios.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 ¿Cuál de los dos cumplió la voluntad del padre?'. Responden: 'El segundo'. Díceles Jesús: 'Os aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que vosotros al reino de Dios.

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Mateo 21:31
26 Tagairtí Cros  

Tu propia boca, y no yo, te convence de maldad; sí, tus mismos labios testifican contra ti.


Diles: ¡Vivo yo! dice Jehová el Señor, que no me complazco en la muerte del inicuo, sino antes en que se vuelva el inicuo de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros caminos malos, pues ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?


Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano, y hermana, y madre.


y dijo: En verdad os digo que si no os volviereis y fuereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos.


Así que los primeros serán postreros, y los postreros, primeros.


Y llegándose al otro, le dijo de la misma manera. Y éste respondiendo, dijo: Yo, señor, voy; mas no fué.


Porque en verdad os digo, que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni siquiera una jota ni un tilde pasará de la ley, hasta que el todo sea cumplido.


Porque si amáis a los que os aman, ¿qué galardón habéis de tener?  ¿No hacen también lo mismo los publicanos?


¶Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque ellos aman estar en pie orando en las sinagogas, y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres.  En verdad os digo:  Ya tienen su galardón.


¶No todo aquel que me dice: ¡Señor! ¡Señor! entrará en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de me Padre que está en los cielos.


¶Y pasando Jesús de allí, vió a un hombre, llamado Mateo, sentado al banco de los tributos; y le dice: ¡Sígueme! Y levantándose, le siguió.


De esta manera, yo os lo digo, hay gozo en presencia de los ángeles de Dios, por un solo pecador que se arrepiente.


A éste le dice: ¡Por tu misma boca te juzgaré, siervo malvado! ¿Sabías que soy un hombre austero, que tomo lo que no deposité, y siego lo que no sembré?


Y todo el pueblo y los publicanos, al oír esto, justificaron a Dios, habiendo sido bautizados con el bautismo de Juan.


Respondió Jesús y le dijo: En verdad, en verdad te digo: A menos que el hombre naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.


Jesús respondió: En verdad, en verdad te digo: A menos que el hombre naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.


Pues aquellos tiempos de ignorancia Dios los dejó pasar; mas ahora manda a los hombres, que todos, en todas partes, se arrepientan;


¶Mas sabemos que cuanto dice la ley, ella lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca enmudezca, y el mundo todo se tenga por reo delante de Dios.


La ley entró además para que abundase el pecado; mas donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia:


No es tardo el Señor respecto de esa su promesa, como algunos la reputan tardanza; sino que aguarda con paciencia en orden a nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento.


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