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Mateo 10:3 - Biblia Version Moderna (1929)

3 Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo el publicano, Santiago hijo de Alfeo, y Tadeo;

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Biblia Reina Valera 1960

3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo (el cobrador de impuestos), Santiago (hijo de Alfeo), Tadeo,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Felipe y Bartolomé,° Tomás y Mateo el publicano, Jacobo, el de Alfeo,° y Tadeo;°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano, Santiago, el de Alfeo, y Tadeo;

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Mateo 10:3
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Y si los desoyere a ellos, dilo a la iglesia: mas si desoyere a la iglesia, sea para ti como un gentil y un publicano.


entre las cuales estaba María Magdalena, y María madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.


¶Y pasando Jesús de allí, vió a un hombre, llamado Mateo, sentado al banco de los tributos; y le dice: ¡Sígueme! Y levantándose, le siguió.


Había también algunas mujeres que miraban de lejos, entre las cuales estaban María Magdalena, y María madre de Santiago el menor y de José, y Salomé;


Y pasando adelante, vió a Leví hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos, y le dice: ¡Sígueme!  Y él se puso en pie, y le siguió.


y Andrés, y Felipe, y Bartolomé, y Mateo, y Tomás, y Santiago hijo de Alfeo, y Tadeo, y Simón el celote,


Dos hombres subieron al Templo a orar; el uno era fariseo, y el otro publicano.


El fariseo se puso en pie, y oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni siquiera como este publicano.


Mas el publicano, estando en pie allá lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo; sino que se daba golpes de pecho, diciendo: ¡Dios, ten misericordia de mí, pecador!


Y he aquí un hombre llamado Zaqueo, el cual era sujeto principal entre los publicanos, y era rico.


¶Y después de estas cosas salió, y vió a un publicano, llamado Leví, sentado en el banco de los tributos, y le dijo: ¡Sígueme!


Dícele Natanael: ¿De dónde me conoces? Jesús respondió y dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te ví.


Tomás, pues, el que se llamaba Dídimo, dijo a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos juntamente con él.


Dícele Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que a nosotros te manifestarás, y no al mundo?


Dícele Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?


Jesús le dice: Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces, Felipe? el que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo pues dices tú: Muéstranos al Padre?


Estaban juntos Simón Pedro, y Tomás, llamado Dídimo, y Natanael de Caná de Galilea, y los dos hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos.


Y cuando hubieron llegado, subieron al aposento alto, donde hacían morada Pedro, y Juan, y Santiago, y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago hijo de Alfeo y Simón el celador, y Judas hermano de Santiago.


Mas él, haciéndoles seña con la mano para que callasen, les refirió cómo el Señor le había sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Santiago y a los hermanos. Y partiendo, se fué a otro lugar.


Y cuando éstos guardaron silencio, tomó la palabra Santiago, diciendo: ¶Varones hermanos, oídme:


Y al día siguiente, Pablo entró con nosotros a ver a Santiago; y todos los ancianos estaban presentes.


Mas no ví a otro alguno de los apóstoles, sino a Santiago, el hermano del Señor.


percibiendo pues ellos la gracia que me fué dada a mí, Santiago y Cefas y Juan, que eran reputados como columnas, me dieron a mí y a Bernabé la mano derecha de comunión, para que fuésemos a los gentiles, y ellos a la circuncisión


SANTIAGO, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud.


Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Santiago, a los que son llamados, amados en Dios Padre y guardados para Jesucristo:


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