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Marcos 1:40 - Biblia Version Moderna (1929)

40 ¶Y vino a él un leproso, rogándole y arrodillándose, y diciéndole: ¡Si quieres, puedes limpiarme!

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Biblia Reina Valera 1960

40 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

40 Un hombre con lepra se acercó, se arrodilló ante Jesús y le suplicó que lo sanara. —Si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio —dijo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

40 Se le acercó un leproso, que se arrodilló ante él y le suplicó: 'Si quieres, puedes limpiarme.

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La Biblia Textual 3a Edicion

40 Y llega a Él un leproso rogándole, y le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

40 Llégase a él un leproso que, suplicándole y puesto de rodillas, le dice: 'Si quieres, puedes dejarme limpio'.

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Marcos 1:40
20 Tagairtí Cros  

¿Hay cosa alguna demasiado difícil para Jehová? Al plazo fijo volveré a ti, el año entrante, y Sara tendrá un hijo.


¡Caiga cual torbellino sobre la cabeza de Joab, y sobre toda la casa de su padre! ¡y nunca deje de haber en la casa de Joab quien padezca flujo, ni leproso, ni quien se sostenga sobre muleta, ni quien caiga por espada, ni a quien le falte pan!


Y Jehová hirió al rey, de manera que fué leproso hasta el día de su muerte, y habitaba en una enfermería; mientras tanto Joatam, hijo del rey, tenía el cargo del palacio, juzgando al pueblo de la tierra.


¶Había pues cuatro hombres leprosos a la entrada de la puerta de la ciudad, los cuales dijeron unos a otros: ¿Qué hacemos sentados aquí hasta que muramos?


(porque había hecho Salomón un estrado de bronce, que tenía cinco codos de largo, y cinco codos de ancho, y tres codos de alto; y lo había colocado en medio del atrio, y se había puesto sobre él; e hincándose de rodillas frente a toda la Asamblea de Israel, extendió sus manos hacia el cielo);


los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados, y a los pobres es predicado el evangelio;


¶Y llegando ellos a la multitud, vino a él un hombre, hincándosele de rodillas, y diciendo:


Y Jesús, compadecido, extendió la mano, y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio.


¶Y como iba saliendo al camino, vino uno corriendo, y arrodillándosele, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué cosa he de hacer para heredar la vida eterna?


Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas, oraba,


Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: ¡Señor, no les imputes este pecado! Y cuando hubo dicho esto, durmió.


¶Por esta causa, doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,


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