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Hechos 8:39 - Biblia Version Moderna (1929)

39 Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe: y el eunuco no le vió más. Y prosiguió su camino gozoso.

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Biblia Reina Valera 1960

39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

39 Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco nunca más volvió a verlo, pero siguió su camino con mucha alegría.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

39 Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y el etíope no volvió a verlo. Prosiguió, pues, su camino con el corazón lleno de gozo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

39 Y cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe, y el eunuco no lo vio más, pero prosiguió gozoso su camino.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

39 Apenas salieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe y no volvió a verlo el eunuco, que siguió su camino lleno de alegría.

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Hechos 8:39
29 Tagairtí Cros  

Va pues a suceder que cuando yo te haya dejado, el Espíritu de Jehová te llevará a donde yo no sepa; de manera que yendo yo a decírselo a Acab, y no pudiéndote él hallar, me matará: bien que yo tu siervo temo a Jehová desde mi mocedad.


Y dijeron: He aquí que hay entre  tus siervos cincuenta hombres fuertes; rogámoste pues que vayan y busquen a tu señor; no sea que le haya alzado el Espíritu de Jehová, y le haya arrojado sobre algún monte, o en algún valle. Mas él dijo: No enviéis.


He tomado tus testimonios por herencia eterna; porque son el gozo de mi corazón.


En el camino de tus testimonios me he regocijado, más que en toda suerte de riquezas.


Con sumo gozo me regocijaré en Jehová; mi alma se alegrará en mi Dios: porque me ha hecho vestir ropas de salvación, me ha cubierto con manto de justicia; como el novio, cual sacerdote, se viste espléndidamente, y como la novia se engalana con sus joyas.


ENTONCES me elevó el Espíritu, y me trajo a la puerta oriental de la Casa de Jehová, que mira hacia el oriente; y he aquí, a la entrada de la puerta, veinte y cinco hombres, en medio de quienes ví a Jaazanías hijo de Azur, y a Pelatías hijo de Benaya, príncipes del pueblo.


En seguida, el Espíritu me elevó y me llevó en visión, por el Espíritu de Dios, a Caldea, a los de la cautividad. Y así subió de cerca de mí la visión que yo había visto.


ESTABA sobre mí la mano de Jehová; y él me sacó fuera en Espíritu de Jehová, y me colocó en medio de un valle, el cual estaba lleno de huesos.


Pero el Espíritu me alzó, y me trajo al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenaba la Casa.


Y extendió la forma de una mano, y me cogió por una guedeja de mi cabeza; y me elevó el Espíritu entre la tierra y el cielo, y me llevó a Jerusalem en visiones de Dios, a la entrada de la puerta de adentro, que mira hacia el norte; donde estaba el asiento de la imagen de los celos, la cual provoca a celos al Señor.


¶El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo; el que un hombre halló, y lo encubrió, y por el gozo de su hallazgo, va, y vende todo cuanto tiene, y compra aquel campo.


Y habiendo sido bautizado, Jesús subió luego del agua; y he aquí que los cielos le fueron abiertos, y vió al Espíritu de Dios que bajaba como paloma y venía sobre él.


Y luego, al subir del agua, vió partidos los cielos, y al Espíritu como paloma que bajaba sobre él.


Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo.


Y los condujo arriba a la casa, y puso delante de ellos de comer, y se regocijaba grandemente, con toda su casa, habiendo creído en Dios.


Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate, y júntate a este carro.


Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, así Felipe como el eunuco: y le bautizó.


Y había grande gozo en aquella ciudad.


por medio de quien también tenemos la entrada, por la fe, en esta gracia, en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en esperanza de la gloria de Dios.


Porque nosotros somos la verdadera circuncisión, los cuales adoramos a Dios en espíritu, y nos gloriamos en Cristo Jesús, y no ponemos confianza alguna en la carne.


¶¡Regocijaos en el Señor siempre! otra vez lo diré: ¡Regocijaos!


Mas ahora, al contrario, os gloriáis en vuestras jactancias: toda gloria semejante es mala.


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