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Hebreos 2:11 - Biblia Version Moderna (1929)

11 Porque tanto el que santifica, como los que son santificados, de una misma naturaleza son; por cuya causa no se avergüenza de llamarlos hermanos;

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Biblia Reina Valera 1960

11 Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Por lo tanto, Jesús y los que él hace santos tienen el mismo Padre. Por esa razón, Jesús no se avergüenza de llamarlos sus hermanos,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 de este modo el que comunicaba la santidad se identificaría con aquellos a los que santificaba. Por eso él no se avergüenza de llamarnos hermanos, cuando dice:

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Porque el que santifica y los que son santificados, son todos de Uno, por esta razón no se avergüenza de llamarlos hermanos,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Además, tanto el que consagra como los consagrados proceden todos del mismo origen, y por esto precisamente no se avergüenza de llamarlos hermanos

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Hebreos 2:11
19 Tagairtí Cros  

Y respondiendo el Rey, les dirá:  En verdad os digo, que en cuanto lo hicisteis a uno de los más pequeños de estos mis hermanos, a mí lo hicisteis.


Entonces les dijo Jesús:  No temáis:  id, decid a mis hermanos, que vayan a Galilea; allí me verán.


Y mirando en derredor a los que estaban sentados en torno de él, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.


Porque aquel que se avergonzare de mí y de mis palabras, en esta generación adúltera y pecadora, de él también el Hijo del hombre se avergonzará, cuando venga en la gloria de su Padre, con sus santos ángeles.


Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste, el Hijo del hombre se avergonzará, cuando viniere en su propia gloria, y la del Padre y de los santos ángeles.


Y por su causa yo a mí mismo me santifico, para que ellos también sean santificados con la verdad.


para que todos ellos sean uno; así como tú, oh Padre, eres en mí, y yo en ti, para que ellos también sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.


Dícele Jesús: No me toques; porque no he subido todavía al Padre: mas vé a mis discípulos, y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, y a mi Dios y vuestro Dios.


e hizo de una misma sangre todas las naciones de los hombres, para habitar sobre toda la haz de la tierra, fijando sus tiempos señalados, y los términos de su habitación;


pues que en él vivimos, y nos movemos, y tenemos nuestro ser; como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: Porque también de él somos linaje.


Porque a los que conoció en su presciencia, los predestinó también para ser conformados a la imagen de su Hijo; para que él fuese el primogénito entre muchos hermanos.


Mas cuando vino la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, hecho de mujer, hecho bajo ley,


en la cual voluntad hemos sido santificados, por medio del ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo, hecho una sola vez para siempre.


porque con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que son santificados.


Ahora empero anhelan otra patria mejor, es decir, la celestial: por le cual Dios no se avergüenza de ellos, para llamarse Dios suyo; porque les tiene preparada una ciudad.


Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo de Dios, con su propia sangre, padeció fuera de la puerta.


Así que, por cuanto los hijos participan en común de carne y sangre, él también de la misma manera tomó parte en ellas, para que, por medio de la muerte, destruyese a aquel que tiene el imperio de la muerte, esto es, al diablo,


POR lo cual, hermanos santos, participantes de una vocación celestial, considerad al Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión, Jesús;


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