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Éxodo 34:30 - Biblia Version Moderna (1929)

30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí que la tez de su rostro despedía rayos de luz: por lo cual temían acercarse a él.

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Biblia Reina Valera 1960

30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la piel de su rostro era resplandeciente; y tuvieron miedo de acercarse a él.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Así que, cuando Aarón y el pueblo de Israel vieron el resplandor del rostro de Moisés, tuvieron miedo de acercarse a él.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Aarón y los hijos de Israel vieron con sorpresa ese resplandor de la cara de Moisés, y sintieron miedo de acercarse a él.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Y Aarón y todos los hijos de Israel miraron a Moisés, y he aquí la tez de su rostro resplandecía, por lo cual tuvieron temor de acercarse a él.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Aarón y todos los israelitas, al mirar a Moisés, vieron que la tez de su rostro resplandecía, y tuvieron miedo de acercársele.

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Éxodo 34:30
7 Tagairtí Cros  

Moisés pues los llamó a sí; y se volvieron a él Aarón y todos los príncipes de la Congregación, y Moisés habló con ellos.


¿QUIÉN es como el hombre sabio? ¿y quién es como el que conoce la explicación de una cosa? La sabiduría del hombre hace relucir su rostro, y se suaviza la aspereza de su semblante.


Boca a boca hablaré con él; manifiestamente, y no por medio de símiles; y mirará la semejanza de Jehová. ¿Por qué pues no temisteis hablar contra mi siervo Moisés?


Y luego toda la multitud, al verle, quedó muy asombrada; y corriendo hacia él, le saludaron.


Y sus vestidos se tornaron resplandecientes, blancos como la nieve; cuales ningún batanero en la tierra los pueda emblanquecer.


Simón Pedro, pues, viendo esto, cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador!


Pero si lo que ministraba muerte, escrito en letras y grabado en piedras, era con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, la cual gloria había de acabarse;


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