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Éxodo 24:10 - Biblia Version Moderna (1929)

10 y vieron al Dios de Israel; y debajo de sus pies había como una obra de pavimento de zafiros, que era como el cielo mismo en claridad.

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Biblia Reina Valera 1960

10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

10 Allí vieron al Dios de Israel. Debajo de sus pies parecía haber una superficie de lapislázuli de color azul brillante, tan clara como el mismo cielo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

10 Contemplaron al Dios de Israel. Debajo de sus pies había algo parecido a un pavimento de zafiro transparente y tan esplendoroso como el mismo cielo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

10 y vieron al Dios de Israel: Bajo sus pies había como una hechura de piedra de zafiro, semejante en pureza a los mismos cielos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como el mismo cielo.

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Éxodo 24:10
28 Tagairtí Cros  

Y Jacob nombró aquel lugar Peni-El; porque he visto a Dios, (así decía), cara a cara, y fué librada mi vida.


Y salióle el sol cuando él pasaba por Penuel; y cojeaba del muslo.


Con lo cual dijo Micaya: Por lo mismo, oye tú el oráculo de Jehová: Yo ví a Jehová sentado sobre su trono, y a todos los ejércitos celestiales que estaban al rededor de él, a su diestra y a su siniestra.


Ahora pues, oh Jehová, Dios de Israel, sea estable tu palabra que hablaste a tu siervo David.


Mas no extendió la mano sobre los nobles de Israel; los cuales miraron a Dios, y comieron y bebieron.


Díjole además: Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Entonces cubrióse Moisés el rostro, porque tuvo temor de mirar a Dios.


Dijo además: Tú no podrás ver mi rostro; porque el hombre no puede verme y vivir.


luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; mas mi rostro no será visto.


sus manos, cilindros de oro guarnecidos de crisólito; su cuerpo, una obra de marfil esmaltada de zafiros;


¿Quién es ésta que tiende la vista como el alba; hermosa como la luna, esclarecida como el sol, imponente como ejército con banderas tremolantes?


ZAYIN.- Sus nobles eran más puros que la nieve, más blancos que la leche; más rubios eran sus cuerpos que los corales; su talle más hermoso que el zafiro:


Y ACONTECIÓ que a los treinta años (de edad), en el mes cuarto, al cinco del mes, estando yo en medio de los cautivos, junto al río Kebar, fueron abiertos los cielos, y tuve visiones de Dios.


ENTONCES miré, y he aquí que en la expansión que estaba sobre las cabezas de los querubines, fué vista por encima de ellos una como piedra de zafiro, como si fuese la apariencia de la semejanza de un trono.


¿Cómo pues podrá el siervo de este mi señor hablar con este mi señor? que en cuanto a mí, al instante no fué dejado en mí esfuerzo, ni aliento siquiera se me ha quedado.


Boca a boca hablaré con él; manifiestamente, y no por medio de símiles; y mirará la semejanza de Jehová. ¿Por qué pues no temisteis hablar contra mi siervo Moisés?


y fué transfigurado delante de ellos: y resplandecía su rostro como el sol, y sus vestidos se tomaron blancos como la luz.


A Dios nadie jamás le ha visto: el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.


Jesús le dice: Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, ¿y todavía no me conoces, Felipe? el que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo pues dices tú: Muéstranos al Padre?


No que hombre alguno haya visto al Padre, con excepción de aquel que es de Dios: éste ha visto al Padre.


el cual solo tiene inmortalidad, habitando en una luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto jamás, ni le puede ver: a quien sea honra y poder eterno. Amén.


Nadie vió jamás a Dios; pero si nos amamos los unos a los otros, Dios mora en nosotros, y su amor es consumado en nosotros.


Y tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada de dos filos; y su rostro era como el sol cuando brilla en su fuerza.


la cual tenía la gloria de Dios; y su luz era semejante a una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, transparente como el cristal.


Y el que estaba allí sentado, era semejante a la apariencia de una piedra de jaspe, y un sardio; y había un arco iris alrededor del trono, semejante a la apariencia de una esmeralda.


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