Todos los siervos del rey, y la gente de las provincias del rey, muy bien saben que cualquiera hombre o mujer que entrare a donde está el rey, en el atrio de más adentro, sin que fuese llamado, una sola es la ley respecto de él, a saber, que sea muerto; salvo aquel a quien el rey le extendiere el cetro de oro para que viva: mas yo no he sido llamada para que entre al rey en estos treinta días.