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2 Reyes 4:42 - Biblia Version Moderna (1929)

42 ¶Y llegó un hombre de Baal-salisa que trajo al varón de Dios panes de primicias, (veinte panes de cebada, con espigas de trigo nuevo), en su alforja. Y él dijo: Dáselo a la gente, para que coma.

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Biblia Reina Valera 1960

42 Vino entonces un hombre de Baal-salisa, el cual trajo al varón de Dios panes de primicias, veinte panes de cebada, y trigo nuevo en su espiga. Y él dijo: Da a la gente para que coma.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

42 Otro día, un hombre de Baal-salisa le trajo al hombre de Dios un saco de grano fresco y veinte panes de cebada que había preparado con el primer grano de su cosecha. Entonces Eliseo dijo: —Dénselo a la gente para que coma.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

42 Llegó un hombre que venía de Baal-Salisa; en su saco traía al hombre de Dios veinte panes de cebada y de trigo que habían hecho con harina recién cosechada. Eliseo le dijo: 'Dáselos a esos hombres para que coman'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

42 Un hombre llegó de Baal-salisa, y traía para el varón de Dios pan de las primicias, veinte panes de cebada con espigas de trigo nuevo, y dijo: Dadlo a la gente para que coma.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

42 Llegó después un hombre de Baal Salisá, que traía en su alforja al varón de Dios pan de primicias: veinte panes de cebada y de trigo nuevo. Y dijo Eliseo: 'Dáselo a la gente para que coma'.

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2 Reyes 4:42
22 Tagairtí Cros  

Toma pues en tu mano diez panes, y algunas tortas, y una botella de miel, y vé a él; que él te dirá lo que ha de ser del niño.


¶Y Eliseo se volvió a Gilgal. Había entonces hambre en el país; y estando los hijos de los profetas sentados delante de él, dijo a su criado: Pon la olla grande, y cuece potaje para los hijos de los profetas.


Y dijo el rey de Siria: ¡Ea, anda! que yo enviaré una carta al rey de Israel. Partió pues Naamán, llevando consigo diez talentos de plata, y  seis mil siclos de oro, y diez mudas de vestidos.


A LO que respondió Eliseo: ¡Oíd el oráculo de Jehová! Así dice Jehová: Como a estas horas el día de mañana, el seah de flor de harina se venderá por un siclo, y dos seahs de cebada por un siclo, en la puerta de Samaria.


también la fiesta de la Siega de los primeros frutos de tus labores, de aquello que hubieres sembrado en el campo: y la fiesta de la Cosecha, al fin del año, cuando hayas cosechado el producto de tus labores del campo.


Todo lo mejor del aceite, y todo lo mejor del vino y del trigo, las primicias de todas estas cosas que ellos dieren a Jehová, a ti las he dado.


Los primeros frutos maduros de todo lo que hay en tu tierra, que ellos trajeren a Jehová, tuyos serán: toda persona limpia en tu casa podrá comer de ellos.


Los recogieron, pues, y llenaron doce cestos de los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.


Aquí está un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pececillos: pero éstos ¿qué son entre tantos?


Si nosotros hemos sembrado para vosotros cosas espirituales, ¿es mucho que cosechemos de vuestras cosas temporales?


¶El que es enseñado en la palabra de Dios, comunique con aquel que le enseña, en toda suerte de cosas buenas.


y llevando allí vuestros holocaustos y vuestros sacrificios, y vuestros diezmos, y las ofrendas alzadas de vuestra mano, y vuestros votos, y vuestras ofrendas voluntarias, y los primerizos de vuestras vacadas y de vuestros rebaños;


manteca de vacas y leche de ovejas, con lo más pingüe de corderos cebados; carneros también de la casta del Basán, y machos de cabrío, con lo más escogido del trigo: y de la sangre de uvas solías beber vino.


tierra de trigo, y de cebada, y de la vid, y de la higuera, y del granado; tierra de aceite y de miel;


Atravesaron pues la serranía de Efraim, y pasaron por el país de Saalim, mas no las hallaron. En seguida pasaron por el país de Saalim; y no parecieron. Luego pasaron por el país de los Benjamitas, mas no las encontraron.


Entonces dijo Saúl a su mozo: Y bien, supuesto que nos vayamos, ¿qué llevaremos a ese hombre? porque ya se ha acabado el pan que había en nuestras alforjas, y no tenemos regalo alguno que llevar al varón de Dios: ¿qué tenemos?


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