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2 Reyes 20:5 - Biblia Version Moderna (1929)

5 Vuelve, y di a Ezequías, caudillo de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas; he aquí que te voy a sanar: al tercer día subirás a la Casa de Jehová.

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Biblia Reina Valera 1960

5 Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

5 «Regresa y dile a Ezequías, el líder de mi pueblo: “Esto dice el Señor, Dios de tu antepasado David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte y en tres días te levantarás de la cama e irás al templo del Señor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

5 Vuelve y di a Ezequías, el jefe de mi pueblo. Esto dice Yavé, el Dios de David, tu padre: Oí tu plegaria y vi tus lágrimas. Voy a sanarte, dentro de tres días subirás a la casa de Yavé.

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La Biblia Textual 3a Edicion

5 Vuelve y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice YHVH, el Dios de David tu padre: He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; he aquí Yo te sano; al tercer día subirás a la Casa de YHVH.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

5 'Vuelve y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: así habla Yahveh, Dios de David, tu antepasado: 'He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy, pues, a curarte, de suerte que dentro de tres días podrás subir al templo de Yahveh.

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2 Reyes 20:5
44 Tagairtí Cros  

También en tiempo pasado, cuando Saúl era rey sobre nosotros, fuiste tú el que sacabas a campaña, y volviste a traer a Israel. Además te ha dicho Jehová: Tú pastorearás a mi pueblo Israel, y tú serás el caudillo de Israel.


y le dijo Jehová: He oído tu oración y tu súplica que has ofrecido delante de mí. Yo he santificado esta Casa que tú has edificado, poniendo allí mi Nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán allí de continuo.


¶Entonces Isaías hijo de Amoz envió a Ezequías, diciendo: Así dice Jehová, el Dios de Israel: Lo que me pediste en oración acerca de Senaquerib rey de Asiria, lo he oído.


¶Y aconteció que antes que Isaías hubiese salido a la mitad del patio, tuvo revelación de Jehová, que decía:


por cuanto fué tierno tu corazón, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar, y contra sus habitantes, a saber, que vendrían a ser un asombro y una maldición; y has rasgado tus vestidos, y has llorado delante de mí; por lo mismo te he oído, dice Jehová.


Y he aquí que al frente de nosotros, está el mismo Dios, y sus sacerdotes con las trompetas resonantes, para tocar alarma contra vosotros. ¡Oh hijos de Israel, no queráis pelear contra Jehová, el Dios de vuestros padres, porque no podréis salir con bien!


Porque en el año octavo de su reinado, siendo todavía joven, comenzó a buscar al Dios de David su padre; y en el año doce comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalem de los altos, y de las Asheras, y de las esculturas, y de las imágenes de fundición.


Envía su palabra, y los sana, y los hace escapar de sus destrucciones.


Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; ¡enséñame tus estatutos!


Los que siembran con lágrimas, con regocijo segarán.


que sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas:


Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu contrito.


¡Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor! ¡No calles a mis lágrimas; porque extranjero soy contigo, transeunte, como todos mis padres!


Tú cuentas los pasos de mi vida errante: pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están en tu libro?


El día que yo clamare, entonces mismo serán vueltos atrás mis enemigos; esto lo sé, porque Dios es por mí.


Avergonzados y muy confundidos serán todos mis enemigos; serán vueltos atras y avergonzados de repente.


¡Oidor de la oración, a ti vendrá toda carne!


Las iniquidades prevalecen contra mí; pero tú perdonarás nuestras transgresiones.


y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo que es recto a sus ojos, y prestares oídos a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, entonces no enviaré sobre ti ninguna enfermedad de las que envié sobre los Egipcios; porque yo soy Jehová tu Sanador.


Dijo también Jehová: He visto, he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus exactores; porque conozco sus dolores;


Y ahora, he aquí que el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y también he visto la opresión con que los Egipcios los oprimen.


Porque Jehová herirá a Egipto, hiriendo y sanando; y ellos se convertirán a Jehová; y él se dejará rogar de ellos, y los sanará.


Ezequías también había dicho: ¿Cuál es la señal de que he de subir a la Casa de Jehová?


Anda, y di a Ezequías: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: He oído tu oración, he visto tus lágrimas; he aquí que añadiré a tus días quince años;


¡Inclinad vuestro oído, y venid a mí! ¡escuchad, y vivirá vuestra alma! y yo haré con vosotros un pacto eterno, las misericordias segurísimas prometidas a David.


Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de los que viven.


Mas el ángel le dijo: No temas, Zacarías; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan.


Dos hombres subieron al Templo a orar; el uno era fariseo, y el otro publicano.


Hallóle después Jesús en el Templo, y le dijo: He aquí ya estás sano; no peques más, no sea que te suceda otra cosa peor.


Ved ahora que yo, yo solo soy, y no hay dioses conmigo; yo hago morir, y hago vivir, yo hiero, y yo curo; y no hay quien libre de mi mano.


Pues convenía a aquel para quien son todas las cosas, y por medio de quien son todas las cosas, habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, hacer perfecto al autor de su salvación por medio de los padecimientos.


porque el Cordero, que está en medio, delante del trono, los pastoreará, y los guiará a fuentes de agua de vida; y limpiará Dios de los ojos de ellos toda lágrima.


TOMÓ entonces Samuel una redoma de aceite, y derramólo sobre la cabeza de Saúl, y besándole, dijo: ¿No es por cuanto Jehová te ha ungido por príncipe sobre su herencia?


Como a estas horas el día de mañana te enviaré un hombre del país de Benjamín, a quien ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y él salvará a mi pueblo de mano de los Filisteos; porque he mirado propicio a mi pueblo, por cuanto ha llegado a mí su clamor.


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