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2 Reyes 2:12 - Biblia Version Moderna (1929)

12 Y Eliseo le vió, y clamó repetidamente: ¡Padre mío! ¡padre mío! ¡carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vió. Trabando pues de sus vestidos, los rasgó en dos partes.

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Biblia Reina Valera 1960

12 Viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Eliseo lo vio y exclamó: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Veo los carros de Israel con sus conductores!». Mientras desaparecían de su vista, rasgó su ropa en señal de angustia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Eliseo lo vio y gritaba: '¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!' Luego no lo vio más. Tomó entonces su ropa y la partió en dos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Y viéndolo Eliseo, clamaba: ¡Padre mío, padre mío! ¡Carro y auriga de Israel! Y no lo vio más. Entonces tomó sus vestidos y los rasgó en dos pedazos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 Eliseo lo veía y gritaba: '¡Padre mío, padre mío, carros y caballería de Israel!' Y ya no lo vio más. Entonces tomó sus vestidos y los rasgó en dos partes.

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2 Reyes 2:12
28 Tagairtí Cros  

Y rasgó Jacob sus vestidos, y puso saco sobre sus lomos, y lamentóse a causa de su hijo muchos días.


Y anduvo Enoc con Dios, y no fué hallado, porque le tomó Dios consigo.


¶Mas estando Eliseo enfermo de aquella enfermedad suya de la cual había de morir, le fué a ver Joás rey de Israel; y lloró sobre su rostro, y decía: ¡Padre mío! ¡padre mío! ¡carro de Israel y su gente de a caballo!


Alzó entonces el manto de Elías que se le había caído, y tornando atrás se detuvo junto a la ribera del Jordán.


¶Entonces se llegaron a él sus siervos, y hablaron con él, diciendo: Padre mío, si el profeta te hubiera mandado hacer alguna gran cosa, ¿no deberías hacerla? ¿Cuánto más pues cuando te dice: Lávate, y quedarás limpio?


Entonces el rey de Israel, luego que los vió, dijo a Eliseo: ¿Los heriré, los heriré, padre mío?


Librará por tu causa aun al no inocente; sí, éste será librado por causa de la limpieza de tus manos.


Por la bendición de los justos se ensalza la ciudad; pero con la boca de los inicuos es derruída.


¿Quién ha ascendido al cielo y ha descendido? ¿quién ha recogido el viento en sus puños? ¿quién ha atado las aguas en su vestido? ¿quién ha hecho estables todos los términos de la tierra? ¿Cuál es su nombre, y cuál el nombre de su hijo, si tú lo sabes?


La sabiduría fortalece al sabio más que diez príncipes que haya en una ciudad.


Y oró Ezequías a Jehová, y dijo:


¶Entonces Isaías hijo de Amoz, envió a Ezequías, diciendo: Así dice Jehová, el Dios de Israel: En cuanto a lo que me pediste en oración acerca de Senaquerib rey de Asiria,


Quizá oirá Jehová tu Dios las palabras de Rabsaces, a quien su amo, el rey de Asiria, ha enviado para vituperar al Dios vivo, y reprenderá las palabras que ha oído Jehová tu Dios; eleva pues la oración a favor del resto que aun nos queda.


¶Así pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fué recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.


¶Y aconteció que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se decían unos a otros: Pasemos ahora hasta Bet-lehem, y veamos esta cosa que acaba de suceder, la cual el Señor nos ha hecho saber.


Y sucedió que, mientras los bendecía, separóse de ellos, y fué llevado arriba al cielo.


Y nadie ha subido al cielo, sino aquel que del cielo descendió; es a saber, el Hijo del hombre que está en el cielo.


Y habiendo dicho estas cosas, viéndole ellos, se fué elevando; y le recibió una nube, ocultándole de su vista.


el cual decía: No temas Pablo; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí que Dios te ha dado a todos los que navegan contigo.


Y dieron sepultura a Esteban unos hombres piadosos; e hicieron gran lamentación sobre él.


Y así en esta tienda gemimos, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra morada que es del cielo:


Porque nosotros que estamos en esta tienda, gemimos, estando agobiados, no que deseemos ser desnudados, sino revestidos, para que lo que en nosotros es mortal sea absorbido por la vida.


Por lo cual se dice: Subiendo a lo alto, llevó multitud de cautivos, y dió dones a los hombres.


Y oyeron ellos una gran voz procedente del cielo, que les decía: ¡Subid acá! Y subieron al cielo en una nube, viéndolos sus enemigos.


Díjole pues Mica: Quédate conmigo, y séme padre y sacerdote, y yo te daré diez siclos de plata al año, y el ordinario de vestidos, y tu vitualla. Con lo cual el levita entró.


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