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1 Samuel 25:38 - Biblia Version Moderna (1929)

38 Y sucedió que, como a los diez días, Jehová hirió a Nabal de manera que murió.

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Biblia Reina Valera 1960

38 Y diez días después, Jehová hirió a Nabal, y murió.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Unos diez días más tarde, el Señor lo hirió y murió.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Más o menos diez días después, Yavé hirió a Nabal, quien murió.

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 Y pasados como diez días, YHVH hirió a Nabal, y este murió.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Pasados unos diez días, Yahveh hirió de muerte a Nabal, que falleció.

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1 Samuel 25:38
13 Tagairtí Cros  

Y encendióse la ira de Jehová contra Uza, y le hirió allí Dios por su temeridad, de modo que murió allí junto al Arca de Dios.


Y Jehová hirió al rey, de manera que fué leproso hasta el día de su muerte, y habitaba en una enfermería; mientras tanto Joatam, hijo del rey, tenía el cargo del palacio, juzgando al pueblo de la tierra.


¶Y aconteció que en aquella misma noche salió un ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los Asirios ciento ochenta y cinco mil hombres: y cuando se levantaron por la mañana los que sobrevivieron, ¡he aquí que todos ellos eran cuerpos muertos!


Por manera que no escuchó al pueblo, porque este giro de cosas era de Dios, para que verificase Jehová su palabra, que había dicho por conducto de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat.


Y Jeroboam no volvió a cobrar  fuerzas en los días de Abías; y le hirió Dios de modo que murió.


Escondes tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven a su polvo.


¡Cómo han sido asolados! ¡cuán en un punto! ¡acabáronse; fenecieron con terrores!


¶Y aconteció que a la media noche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sentaba sobre su trono, hasta el primogénito del cautivo que estaba en el calabozo; y todo primogénito de bestia.


Y al punto el ángel del Señor le hirió, por cuanto no dió la gloria a Dios: y, comido de gusanos, expiró.


¡y bendita sea tu discreción, y bendita seas tú misma, que me has estorbado hoy el venir con derramamiento de sangre, y el salvarme con mi misma mano!


Pero a la mañana, cuando Nabal se había repuesto del vino, su mujer le informó de estas cosas; y murió su corazón dentro de él, y él se volvió como una piedra.


Dijo más David: ¡Vive Jehová! que ora Jehová le herirá, o bien, le vendrá su día de morir, o descenderá a la batalla, y así perecerá.


Y estaréis a la mira: si, por el camino de su propio territorio, subiere a Bet-semes, entonces él nos ha hecho este gran mal; mas sino, sabremos que no es su mano la que nos ha herido; es un acaso que nos ha sucedido.


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